miércoles, 11 de junio de 2014

EDITORIAL

UNA COSA ES LA HISTORIA... Y OTRA EL CHAMUYO

Cuando se escucha a la presidenta, en sus habituales discursos por cadena nacional dirigiéndose a “los 40 millones de argentinos” (o a los que quedan frente a la tele sin huir despavoridos), uno tiene una mezcla extraña de sensaciones.
Y creo que, hasta los más fervorosos militantes de esta “dékada ganada”, saben que algo no cierra.
Porque convengamos que no se puede comparar el 25 de mayo de 1810 con el 25 de mayo del 2003 cuando EL asumió.

Porque es difícil creer que Cornelio Saavedra sea lo mismo que César Milani.
Porque no se puede comparar a Alicia Moreau de Justo con Diana Conti; ni a Mariano Moreno con Orlando Barone; y mucho menos al coronel Domingo Mercante con Daniel Scioli.
Pero, además, quedan dudas… muchas dudas… cada vez que la presidenta se refiere a la justicia. Hace poco señaló que “si la justicia en los ’90 hubiese investigado como lo hace ahora, nos hubiéramos evitado muchos problemas”. Y no fue un elogio si no una crítica al poder judicial. Pero en eso coincido.
Si los jueces y/o fiscales de aquel tiempo hubieran investigado como corresponde, tal vez hoy sabríamos --por caso-- a dónde fueron a parar los cientos de millones de dólares de las regalías petroleras que recibió la provincia de Santa Cruz, del ex presidente Carlos Ménem, cuando Néstor era gobernador de ese territorio patagónico.

Diana Conti
De eso, claro, no se habla. 
Como tampoco, en los discursos de la presidenta, se mencionan los hechos de inseguridad, el innegable incremento del narcotráfico, o las causas judiciales que tienen Amado Boudou y varios de los funcionarios del gobierno kirchnerista como desvergonzados protagonistas.
Por eso, a veces, tenemos la sensación de estar viviendo en el país de aquel célebre personaje que tan bien describía Alberto Olmedo en la tele. Y la referencia es al dictador de “Costa Pobre”.
Es que, transitando el día a día, nos damos cuenta qué distantes estamos del “País de las maravillas” que pregona CFK. 

Porque, lejos de parecernos a Australia o a Canadá, la semejanza habría que buscarla con Costa de Marfil o con Angola.
Y así como no se puede tapar el sol con la mano… tampoco un relato puede ocultar la realidad que vivimos a diario. “La única verdad es la realidad”, dijo Perón. Una verdad grande como una casa. Porque la realidad y los discursos de la presidenta no tienen nada que ver.
Por eso me viene a la memoria un viejo personaje de historieta que, seguramente, deben recordar los que tienen más de 50 pirulos: “El otro yo del Doctor Merengue”.
Falta poco más de un año para las elecciones presidenciales del 2015. Por eso no estaría mal que Cristina Kirchner comience a ser relatora de la realidad… y no autora de una ficción que hace agua por todos lados. Basta de chamuyo. Porque digamos que tampoco CFK… es Evita.

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