miércoles, 22 de octubre de 2014

EDITORIAL

GRAPA Y VODKA: UNA MEZCLA QUE NO VA 

Alinearse con el presidente ruso, Vladimir Putin, no fue de las mejores ideas que ha tenido Cristina. 
Menos aún en relación a los medios de comunicación. Porque se sabe que, el premier soviético, tiene un record impresionante de restricciones al periodismo independiente.
Pero, bueno… ya está. Y, desde de ahora, Rusia y nuestro país tienen una nueva asociación comercial. 
Algo que, a ellos, no les viene mal si tenemos en cuenta el bloqueo al que es sometido Moscú tras haberse involucrado en la sórdida lucha que mantienen Ucrania y Crimea. 

Vladimir y Cristina
Se ve que, a pesar de los años, los “bolches” no han olvidado entrometerse donde no los llaman como sucediera en la sangrienta “Primavera de Praga”.
Para la diplomacia rusa nuestro país es un “socio privilegiado” y ofrece sus mercados a los alimentos que producimos. 
Claro que no son bondadosos y, “la verdad de la milanesa”, es que quieren poner un pie en Vaca Muerta a través  de “Gazprom”, el gigante petrolero soviético.
La pregunta del millón es ¿qué necesidad tenía Cristina de coincidir con Putin en la política de medios?. 

La petrolera soviética
La respuesta es sencilla y la contestaría cualquier nena de la “salita rosa”: ratificar su visión autoritaria del papel que deben cumplir los medios de comunicación. 
Y ese rol es el de sumisión absoluta. Porque el “modelo K” y la “dékada ganada” no deben ni pueden ser criticados.
De ahí que la presidenta haya decidido avanzar sobre el “Grupo Clarín”
Es que se viene el 2015 un año difícil en lo político, en lo económico y en lo social. Pero, además, un año donde se decidirá el futuro del kirchnerismo.

Anna Politkovskaya
Porque la denominada “nueva ley de medios” no es ni más ni menos que la herramienta necesaria para hacer desaparecer, “de la faz de la tierra”, a los “medios no subordinados”.
Seguramente esta batalla seguirá en la justicia. Aunque, tal vez, la movida de Cristina apunte --en realidad-- a buscar una excusa para explicar las razones de una derrota política en el 2015.
En definitiva: que Putin tenga una larga historia de persecución y muerte de periodistas --recordar que el de Anna Politkovskaya fue un asesinato emblemático en Moscú-- no inmutó a CFK y a sus patéticas teorías conspirativas. Porque, como Putín, desprecian al periodismo independiente y no aguantan sus críticas. Piensan, seguramente, que “los dioses no deben ser cuestionados”

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