miércoles, 26 de noviembre de 2014

LADRILLOS VIEJOS

Muchas de las casas viejas que aún quedan en la ciudad muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado. Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque la fiebre horizontal de los '60 trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Lo cierto es que, para quienes disfrutamos de ellas, independientemente de su estado, vale la pena recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…


MACROCENTRO:
COMO CON LOS VINOS… EL TIEMPO LE DIO SABOR


Las casas, que fueron levantadas en las primeras décadas del siglo pasado, pueden mostrarse por estos tiempos como correctas desde su diseño arquitectónico… o insulsas. Y ésta, que nos ocupa en la actualización semanal del blog, podemos inscribirla en este último rubro: insulsa.
La encontramos en Caronti 318 y fue, en su tiempo, una vivienda cuya fachada no expresó mucho. Sin embargo el paso del tiempo parece haberle dado un sabor y un carácter que, en la actualidad, la volvió disfrutable a la vista. Tal como sucede con los buenos vinos añejados.
Exhibe claras líneas de carácter italianizante. Un estilo que aparece nítidamente reflejado en su cornisa que --por algo-- fue pintada en colores diferenciales.
El alerito de vidrio que sobresale y que le da un “toque” especial es claramente un agregado posterior.
Su construcción debemos rastrearla en la década que va de 1905 a 1915.

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