EDITORIAL

LO QUE DEBERÍA SABER EL PRÓXIMO PRESIDENTE

El momento es el ideal para hacerse esa pregunta. Pero, quizás, debiéramos preguntarnos primero qué esperamos nosotros de quien, a partir del 10 de diciembre de este año, conducirá los destinos del país.

En principio esperamos que deje de lado el relato y, siempre, nos diga la verdad.

Que las cadenas nacionales las utilice para anuncios importantes y no para promocionar su gestión.

Que sepa que la pobreza no se soluciona con subsidios, sino con educación y trabajo digno. 

Atributos presidenciales

Que la inflación no es “una sensación” y que no tiene nada que ver con los números que difunde el actual INDEC.

Que la corrupción no debe ser tolerada y que tiene que sacar “de los fondillos” a los funcionarios que “metan la mano en la lata”.

Que no pretenda tener una justicia adicta. En ese sentido debe saber que, si la justicia no es independiente, no es justicia.

Que los medios de comunicación, que no manifiesten su “idolatría militante” no son enemigos de la Patria.

Que asuma sabiendo que la inseguridad no sólo existe… si no que se acrecienta todos lo días. Y que será su responsabilidad no sólo disminuirla… si no también eliminarla. 

Todos quieren habitarla

A ese respecto que no se escude en el federalismo para atribuirle a las provincias esa responsabilidad. 

Porque cuando hay dos responsables… nadie lo es.

Que gobierne para la sociedad… y no para el partido político al que pertenece, su familia o sus funcionarios.

Que obligue a sus funcionarios (y a la familia de éstos) a atenderse en hospitales públicos y que los hijos de quienes nos gobiernen asistan a escuelas públicas.

Que apresure los juicios entablados por los jubilados. Debe saber que, este sector de la sociedad, no tiene vida para tirar para arriba.

No buscamos un Súperman

Que elimine las insoportables “listas sábanas” en las que se  esconden los punteros.

Que acepte debates públicos (como ocurre en los países del primer mundo) con otros políticos.

Que otorgue conferencias de prensa.

Que sepa que, "mejor que decir, es hacer".

Queda claro que no estamos pidiendo un Súperman, ni un Capitán América, ni un Batman. 

Gente: no buscamos un superhéroe. Simplemente a alguien que nos gobierne con sentido común y que tenga por sabido que, quien se siente en el sillón de Rivadavia, no tiene coronita.