Muchas de las casas viejas, que aún quedan en la ciudad, muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado.
Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque, la fiebre horizontal de los '60, trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Y vale la pena, entonces, recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…
PEDRO PICO: EL MISTERIO DE SUS ABERTURAS
En Saavedra 415 encontramos un nuevo ejemplo de la denominada “casa chorizo”. Y, como se lo ha señalado en otras que han aparecido en esta sección del blog, no son tan comunes o reiteradas como pareciera ya que, sus fachadas, las hace diferenciarse entre sí.
Por eso no es fácil encontrar dos “casa chorizo” con la misma ornamentación.
En este caso que nos ocupa la vivienda se caracteriza por sus notables guardapolvos --saliente que soporta visualmente el peso de la cornisa superior--pero también por la ornamentación del remate de lineas italianizantes.
Los criterios de salubridad e higiene, cambiantes durante el siglo pasado, quedan en evidencia por las medidas disímiles de la puerta de acceso y la del portón.
Y no hay otra explicación posible para las diferentes alturas de ambas aberturas.
Caso contrario esta circunstancia dejaría el interrogante de cuál de las dos es la exagerada en sus medidas: la del portón por ser petisa… o la de ingreso que aparece guapa y más alta.
Y es llamativa la ventana del frente con su arco deprimido.
El año de construcción de esta vivienda se inscribe en el período de la década que va de 1920 a 1930.
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