miércoles, 8 de mayo de 2013

LADRILLOS VIEJOS

Muchas de las casas viejas que aún quedan en la ciudad muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado. Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque la fiebre horizontal de los '60 trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Lo cierto es que, para quienes disfrutamos de ellas, independientemente de su estado, vale la pena recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…


BARRIO PEDRO PICO: CON AIRES DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

El que fuera Hotel de Inmigrantes, que data de 1890 y que encontramos en la esquina de Ingeniero Luiggi y Saavedra, tiene en su concepción principios de la arquitectura típica de la denominada revolución industrial. Un movimiento que fue capaz de cambiar todo lo conocido y que también alcanzó a la arquitectura. Al punto que, a los nuevos edificios que se levantaron por entonces, fue moda darles una fachada adecuada a cada ciudad y a cobijar, en su interior, diseños simples que respondieran a la nueva moda arquitectónica.
Así es posible afirmar que las estaciones de ferrocarril (en especial las de Retiro o Constitución, en la Capital Federal) aparecen como si fueran palacios sea en sus portales de ingreso como en el espacio destinado a la compra de pasajes. Y hasta simulando ser una fábrica en la zona de andenes para tomar el tren.
El edificio que hoy nos ocupa aparenta ser un gran palacio tanto en su fachada como en su interior. Aunque, por dentro, muestre una estructura de barraca con el fin de albergar a las nuevas oleadas de inmigrantes que hicieron, de estas tierras, un país de avanzada.
El estilo del edifico es italianizante y así lo denotan sus frontis curvos de la entrada y los triangulares de ambos costados. Nótese que los edificios de carácter italianizante no tienen el techo a la vista, como sí se advierten en las mansardas propias del estilo francés o las tejas coloniales que distinguen a los edificios de carácter español.

Lo que cuenta la historia

La construcción del Hotel de Inmigrantes remite, obviamente, a la relación histórica entre la prosperidad bahiense y los flujos inmigratorios que comenzaron en 1856 con la Legión Agrícola y, más aún, desde 1884 con la instalación de la oficina local de trámites inmigratorios.
Precisamente, en aquel año, el gobierno nacional inició el plan de construcción de "hoteles" en diversos puntos del país para proveer a los inmigrantes de su primer alojamiento. El de nuestra ciudad podía hospedar a más de mil personas y, aunque fue inaugurado en 1890, recién pudo cumplir su función de origen en 1911.
La primera tanda de inmigrantes --arribada al puerto de Ingeniero White el 26 de febrero de 1911 en el vapor “Santos”-- estaba compuesta por 160 personas, todas ellas españolas, procedentes de Bilbao, Gijón, Vigo y Cádiz. El Hotel de Inmigrantes, supo tener jardines cuidados y ventilados dormitorios. También un espléndido comedor, cocina bien instalada, sala de lectura y otras dependencias.
Dadas las características de "barracas" de su interior es que, más tarde, el edificio fue transferido al Ejército.
Es de resaltar que el inmueble fue seleccionado para ser incluido dentro del  Patrimonio Histórico Nacional a través de un decreto del ex presidente Néstor Kirchner, en el año 2007, junto al Palacio Municipal y la Plaza Rivadavia.

Nota: mucho agradezco, en esta sección, la colaboración del arquitecto Claudio Ballesi.
Celular: (0291) 156 490 365 - Fijo: (0291) 455 9468
Mail: claudio_ballesi@yahoo.com

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