miércoles, 2 de abril de 2014

LADRILLOS VIEJOS

Muchas de las casas viejas que aún quedan en la ciudad muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado. Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque la fiebre horizontal de los '60 trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Lo cierto es que, para quienes disfrutamos de ellas, independientemente de su estado, vale la pena recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…

MICROCENTRO:
EL PALACIO MUNICIPAL


Es majestuoso y sorprende a todo aquel que visita la ciudad. La idea de un edificio con esas características fue de don Rufino Rojas, tres veces intendente electo. Cuenta la historia que, el proyecto, fue realizado por técnicos municipales y el compromiso del jefe comunal de no aumentar los impuestos para su concreción. 
Y, en esos términos, fue que presentó su idea al Concejo Deliberante. Y, si bien el cuerpo legislativo aprobó la propuesta, solicitó que se llamara a un concurso nacional de proyectos.
En septiembre de 1904 el jurado --constituido al efecto-- eligió el trabajo de los arquitectos Ceferino Corti y Emilio Coutaret. 
El diseño era de líneas francesas, organizado alrededor de una torre. Lo cierto es que su construcción (asentada en el sitio que antiguamente ocupara la Legión Agrícola Militar y el Hospital que atendiera a los enfermos de cólera)  le fue adjudicada a Nicolás Pagano, un constructor italiano que, en 1901, se había radicado en nuestra ciudad.
Rojas coloco la piedra fundacional el 31 de diciembre de 1904, último día de su mandato. A principios de 1905 la piqueta dio por tierra con el viejo edificio comunal y, a fines de ese año, los andamios permitieron comenzar a levantar la mampostería de la torre principal.

Así lucía en 1949
El palacio municipal se termino en 1911, luego de sortear no pocas dificultades, aunque había comenzado a ser ocupado ya en septiembre de 1909. 
Emplazado frente a la plaza Rivadavia --en Alsina 65-- se destaca por el fuerte carácter que le otorga la torre que, conjuntamente con su escalera y rampas de acceso, le dan un aire de majestuosidad. 
Precisamente las rampas laterales a la escalera de acceso recuerdan los clásicos “port-cochere” franceses y sigue la línea borbónica que predominó en los edificios comunales de aquel entonces.
La planta baja consta de dos pequeños cuerpos laterales, que se adosan a sus correspondientes medianeras, y de un gran cuerpo central en el que se ubican las distintas dependencias y un patio posterior.
Se le otorgó gran volumen a su destacado hall de acceso --de doble altura-- que fue coronado por una llamativa claraboya. 
Dos escaleras de mármol, ubicadas en los laterales del hall, conducen a la planta alta donde nítidamente se destaca el denominado Salón Blanco.
Su fachada es simétrica, con un eje central jerarquizado, y notorias reminiscencias borbónicas que hicieron furor en Francia sobre todo en los siglos XVI y XVII. Y otro detalle para no perderse lo constituye la balaustrada de sus balcones. Sin duda… un orgullo arquitectónico para la ciudad.

Nota: mucho agradezco, en esta sección, la colaboración del arquitecto José María Zingoni.
Celular: (0291) 154 436 906 – Mail: josemzingoni@yahoo.com.ar
Web: www.josezingoni.com.ar

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