Todos vivimos en un domicilio que se sitúa en alguna calle de alguna ciudad. Claro que, muchas veces, no sabemos cuál es la historia de nuestra calle. Por eso hoy te presentamos ésta…
AVENIDA COLÓN
AVENIDA COLÓN
Cuando la estructura de lo que fue la Fortaleza Protectora Argentina se vino abajo debido al abandono, por ahí la desidia y porque no el desinterés de las autoridades (tanto las comunales, como provinciales, o nacionales) la manzana que ocupaba terminó parcelada.
Y precisamente en el sitio donde se encontraba el puente levadizo --por el que se accedía a la fortificación-- se abrió una arteria a la que se impuso el nombre de avenida Colón.
Por más que parezca increíble de Cristóbal Colón no se conserva ningún retrato al que pueda considerárselo auténtico. Pero sí una descripción de su apariencia realizada por el sacerdote Las Casas, un dominico que acompañó al Gran Almirante durante su segundo viaje a América.
Escribió: “El almirante era alto, de agradable presencia, de rostro alargado, nariz aguileña, ojos grises, cabello castaño y una tez muy blanca aunque algo pecosa y colorada”.
También señaló que era sobrio, tanto en la comida como en la bebida, y que vestía con mucha modestia.
Y acerca de los defectos --reales o imaginarios-- que urdieron sus enemigos, perdura a través de los siglos lo que, realmente, lo definió: su maestría de navegante, su temeridad sin límites y su constancia que lo llevó a consumar una impresionante hazaña el 12 de octubre de 1492 cuando descubrió América.
Y precisamente en el sitio donde se encontraba el puente levadizo --por el que se accedía a la fortificación-- se abrió una arteria a la que se impuso el nombre de avenida Colón.
Por más que parezca increíble de Cristóbal Colón no se conserva ningún retrato al que pueda considerárselo auténtico. Pero sí una descripción de su apariencia realizada por el sacerdote Las Casas, un dominico que acompañó al Gran Almirante durante su segundo viaje a América.
Escribió: “El almirante era alto, de agradable presencia, de rostro alargado, nariz aguileña, ojos grises, cabello castaño y una tez muy blanca aunque algo pecosa y colorada”.
También señaló que era sobrio, tanto en la comida como en la bebida, y que vestía con mucha modestia.
Y acerca de los defectos --reales o imaginarios-- que urdieron sus enemigos, perdura a través de los siglos lo que, realmente, lo definió: su maestría de navegante, su temeridad sin límites y su constancia que lo llevó a consumar una impresionante hazaña el 12 de octubre de 1492 cuando descubrió América.

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