Muchas de las casas viejas, que aún quedan en la ciudad, muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado.
Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque, la fiebre horizontal de los '60, trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Y vale la pena, entonces, recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…
RELIQUIA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX...
El 22 de junio de 1914 se aprobaba la permuta por la cual, el Banco de la Nación Argentina, se comprometía a entregar el edificio propio que, hasta entonces, ocupaba en la esquina de avenida Colón y Estomba a cambio de un solar --de dimensiones mayores-- ubicado en la intersección de las calles Moreno y Estomba. Más precisamente en Estomba 72.
Al poco tiempo se llevó a cabo el concurso de anteproyectos, siendo ganador el del ingeniero arquitecto, Juan Ochoa, que proyectó más de veinte sucursales de este banco en toda la república.
El proyecto y la dirección de la obra también estuvieron a cargo de Ochoa y la licitación de la misma le fue otorgada al constructor Baldesarresani.
La realización de toda la estructura metálica del edificio, estuvo a cargo de la firma “Pedro Vasena e Hijos” que, por la tecnología empleada, fue la más importante de las realizadas en la ciudad hasta esa fecha.
Sin embargo, algunos problemas con la contratista, la primera guerra mundial y las huelgas ferroviarias, provocaron una demora de 12 meses para el arribo de la empresa a la ciudad con el correspondiente atraso general que sufrió la obra.
Luego de aprobarse los planos definitivos y los presupuestos presentados, se inició la construcción en el año 1917 quedando totalmente terminada el 17 de enero de 1921.
A pesar de estar ubicado en un solar que linda con otros --tanto por Estomba como por Moreno-- el edificio marca mucho su individualidad y su composición cerrada al no continuar, en ninguna de sus dos medianeras, con la línea municipal de la trama urbana.
Esta solución no sólo le permite señalar las distintas funciones dentro del planteo general, sino también destacar el edificio dentro de su entorno.
Exteriormente, conforme con los cánones académicos, presenta la clásica división tripartita de basamento, desarrollo y coronamiento. El desarrollo toma dimensiones predominantes, abarcando prácticamente la totalidad del edificio.
Dentro de este mismo desarrollo se observa una división que separa el primero y segundo pisos del tercero que --tratado a la manera de ático-- tiene cuatro esculturas de poderosos atlantes que semejan sostener el pesado entablamento. Finalmente un paño de mansarda con óculos y cupulines corona el edificio.


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