miércoles, 4 de junio de 2014

LADRILLOS VIEJOS

Muchas de las casas viejas que aún quedan en la ciudad muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado. Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque la fiebre horizontal de los '60 trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Lo cierto es que, para quienes disfrutamos de ellas, independientemente de su estado, vale la pena recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…

MACROCENTRO:
LA CASA DE LA JUSTICIA


Ya en los primeros años del siglo pasado --con nuestra ciudad creciendo por el ferrocarril y, fundamentalmente, por el puerto-- se comenzó a pensar en un palacio de tribunales. Para ese entonces ya habían sido levantados los edificios del Banco de la Nación y de la Aduana sobre la primera cuadra de la calle Estomba.
El gobierno nacional, entonces, cedió a la provincia un terreno que se ubicaba entre ambos para construir la futura sede judicial. Exactamente en Estomba 32.
Ese lote, de 29 metros de frente, tiene una rica historia dado que allí funcionaron parques, teatros y hasta improvisados rings de boxeo.
El edificio de la nueva sede judicial fue proyectado por un arquitecto apellidado Quinke y ya, para marzo de 1927, se contrató a la empresa "Querel" para comenzar con las obras.

Los Tribunales en los '40
El edificio consta de planta baja, y 5 pisos altos sobre la línea de la calle, con una altura total de 35 metros que lo llevó --al menos durante la década del ’50-- a transformarse en el más alto de la ciudad.
El acceso, en su planta baja, comunica a un gran hall que exhibe la importante escalera imperial que lo distingue. 
Y su fachada, claramente ecléctica, muestra el carácter de firmeza, prestancia y sobriedad que lo destacan. Es notable que se haya optado por un frente tan compacto al punto de dejar, sin tratamiento, a las medianeras que ignoraron a sus dos edificios vecinos sin integrarse con ellos ni siquiera en la fachada.
Sus motivos, decorativos y ornamentales, se reducen a la balaustrada del ático (prácticamente desaparecida), las sencillas cornisas, el orden gigante de sus columnas jónicas --con un entablamento truncado-- y un simple y robusto almohadillo en su basamento. 
Sin embargo, el fuerte movimiento ascendente que marcan sus columnas, generan la sensación visual que el edificio es más alto de lo que realmente marcan sus dimensiones. Remarcar que, trabajos posteriores, le han quitado al palacio mucha de su ornamentación original sobre todo en el remate del edificio.

Nota: mucho agradezco, en esta sección, la colaboración del arquitecto José María Zingoni.
Celular: (0291) 154 436 906 – Mail: josemzingoni@yahoo.com.ar
Web: www.josezingoni.com.ar

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