Todos vivimos en un domicilio que se sitúa en alguna calle de alguna ciudad. Claro que, muchas veces, no sabemos cuál es la historia de nuestra calle. Por eso hoy te presentamos ésta…
CHANCAY
CHANCAY
El combate que lleva ese nombre fue librado el 27 de noviembre de 1820 en las inmediaciones del pueblo homónimo que se encuentra en el departamento de Lima, Perú.
Fue uno de los episodios más heroicos que registra la gesta de la emancipación sudamericana y su nombre le fue impuesto, por ordenanza del 29 de septiembre de 1953, a la calle que nace en Güemes 950, conocida también como “2da. Bravard”.
Dice la historia que, cumpliendo órdenes del propio San Martín, el general Alvarado marchó hacia la localidad de Chancay.
Fue uno de los episodios más heroicos que registra la gesta de la emancipación sudamericana y su nombre le fue impuesto, por ordenanza del 29 de septiembre de 1953, a la calle que nace en Güemes 950, conocida también como “2da. Bravard”.
Dice la historia que, cumpliendo órdenes del propio San Martín, el general Alvarado marchó hacia la localidad de Chancay.
Previamente destacó una avanzada que integraban 18 granaderos al mando del entonces joven teniente Pascual Pringles.
Tenían la expresa prohibición de entablar combate si se encontraban con fuerzas realistas. Pero lo cierto es que fueron sorpresivamente atacados por una compañía del ejército español varias veces superior en número.
Y el fogoso teniente argentino, en lugar de retirarse como se lo habían ordenado, arremetió temerariamente. Muchos granaderos murieron en ese desigual combate y los que quedaban prefirieron lanzarse al mar --desde un acantilado-- antes que rendirse.
Los españoles, sorprendidos ante tanto valor, descendieron a la playa y socorrieron a los náufragos asegurándoles la vida.
Poco tiempo después, y liberados por las fuerzas realistas, regresaron siendo recibidos por el general San Martín que los honró con un escudo celeste y blanco donde podía leerse: “Gloria a los vencidos de Chancay”.
Tenían la expresa prohibición de entablar combate si se encontraban con fuerzas realistas. Pero lo cierto es que fueron sorpresivamente atacados por una compañía del ejército español varias veces superior en número.
Y el fogoso teniente argentino, en lugar de retirarse como se lo habían ordenado, arremetió temerariamente. Muchos granaderos murieron en ese desigual combate y los que quedaban prefirieron lanzarse al mar --desde un acantilado-- antes que rendirse.
Los españoles, sorprendidos ante tanto valor, descendieron a la playa y socorrieron a los náufragos asegurándoles la vida.
Poco tiempo después, y liberados por las fuerzas realistas, regresaron siendo recibidos por el general San Martín que los honró con un escudo celeste y blanco donde podía leerse: “Gloria a los vencidos de Chancay”.
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