miércoles, 5 de noviembre de 2014

EDITORIAL

En enero del año pasado, y cada sábado, me propuse salir a recorrer los barrios y villas de la ciudad. Sobre todo los de la periferia. Así me encontré con sectores que están “a la buena de Dios” a pesar del esfuerzo de sus Sociedades de Fomento por generar mejoras y progreso. A principios de este año ya había transitado por más de 40 y, esa experiencia, motivó una editorial que por estos días --habiendo superado los 80-- asume más vigencia que nunca. Por eso, el título que se me ocurrió, no tiene nada de exageración…

LA BAHÍA BLANCA… Y LA BAHÍA OSCURA

La construcción del canal Maldonado, a principios de los ’50, generó un antes y un después en la historia de la ciudad. 
Por de pronto, en lo ambiental, puso fin a las inundaciones del Napostá que, desde la misma fundación, generaban no pocas zozobras a los bahienses.
Desde lo paisajístico habrá que decir que le generó un “tajo” en el sector norte. Y en lo estructural, el Maldonado, vino a completar una figura geométrica. La referencia es al triángulo que, junto a las vías del ferrocarril Sud y a las del Noroeste, conformó un sector al que bien se lo podría denominar como “la bahía blanca”

Barrio 1° de Mayo
Una geografía que, desde siempre, ocupa y preocupa a las autoridades municipales de turno.
Porque es el corazón de la actividad comercial y financiera. Y, por eso, goza de todos los servicios. En definitiva: “la bahía blanca” es la cuidada, mimada y exhibida a todos quienes llegan de visita a la ciudad.
Pero, en la periferia de aquel triángulo conformado por el canal y las vías del Sud y del Noroeste, el panorama es otro bien distinto y aparece lo que yo denomino “la bahía oscura” (la escondida y la desheredada). 
Y es probable que, esa historia,  haya comenzado a escribirse en la década del ’90. La del “menemato”. Aquélla en la que se pergeñó la frase “ramal que para… ramal que cierra”.

Barrio 5 de Abril
Desde entonces, y de a poco, comenzó la decadencia. Así fueron usurpadas las tierras linderas a las vías, se afanaron rieles y durmientes, se desguazaron galpones y --de aquel ferrocarril que tanto había colaborado para hacer grande la ciudad-- poco y nada es lo que queda.
Y precisamente del otro lado del canal --desde calle Estomba hasta su desembocadura en la ría--; pero también del otro lado de las vías del Noroeste; y hasta en el sur de la ciudad… comenzaron a florecer barrios y villas. Barrios y villas que constituyen esa  “bahía oscura”
Con calles de tierra que ni sueñan con el cordón cuneta y mucho menos con el asfalto; sin cloacas; con precaria iluminación callejera; sin vigilancia policial (lo que es tremendo para los tiempos que corren); y con no pocos basurales a cielo abierto. 

Barrio Loma Paraguaya
En definitiva: barrios y villas que fueron creciendo “a la buena de Dios” y que son visitados por la mayoría de los políticos solamente en vísperas de las elecciones.
Barrios y villas que, desde hace más de un año, recorro a pie… a “patacón por cuadra”
Por caso: Villa Duprat, Los Almendros, Los Álamos, Latino, Sevilla, Estomba, Mara, Namuncurá y Villa Irupé (todos del otro lado del Maldonado).
Pero también los que se levantan detrás de las vías del FF CC Noroeste como Mariano Moreno, Pampa Central, Vista al Mar, Villa Delfina, Villa Ressia, Parodi, Mapuche, Villa Serra, Villa Talleres, Moresino y Loma Paraguaya.

Barrio Luján
Y no puedo dejar afuera a los que se encuentran detrás de las vías del FF CC Sud como Rivadavia, Villa Rosario, Thompson, Villa Esperanza, Villa Muñiz, Stella Maris, El Progreso, El Porvenir o Hipódromo.
En definitiva y para finalizar: 
a) un reconocimiento enorme a las Sociedades de Fomento de esos barrios y villas que luchan denodadamente para zafar de la decadencia; y b) me pregunto qué excusa tendrán los delegados municipales de esos sectores de la ciudad que poco o nada hacen por ellos.
Lo cierto es que “la bahía oscura” (la escondida y la desheredada) constituye una dolorosa realidad y termina dándole la razón al poeta: “nunca es triste la verdad… lo que no tiene es remedio”.  

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