miércoles, 10 de diciembre de 2014

EDITORIAL

SE AGRANDA LA FÁBRICA DE POBRES

Es cierto que hubo una época de “vacas gordas”. Nadie lo discute. Pero no estaría mal reconocer que, por estos tiempos, estamos atravesando tiempos de “vacas flacas”
No reconocerlo es de ciegos. O de militantes a ultranza.
Porque ya es hora que, el gobierno, reciba el crédito que se merece por haber puesto a pleno funcionamiento “la fábrica de la pobreza”. Basta con recorrer barrios y villas de la periferia de cualquier ciudad del país.

De cartoneo
Y dos son las máquinas claves para que funcione esta fábrica: a) la alta inflación; y b) el inocultable estancamiento económico.
La inflación en nuestro país, este año, ha pegado un salto y no hay señales que disminuya para el 2015. 
Por el contrario.
El Centro de Investigación en Finanzas --de la Universidad Torcuato Di Tella-- realiza todos los meses un relevamiento de las expectativas que, la gente, tiene sobre la inflación.
Y en el pasado mes de noviembre esas expectativas se ubicaron en el 37 % proyectada para los próximos 12 meses.

Villas gallinero
Si tomáramos ese número --como la inflación esperada para nuestro país en este 2014 que termina-- y lo comparáramos con la inflación esperada en los demás países del mundo… sólo Venezuela nos superaría.
Parece increíble. Pero es cierto. 
De 189 países del mundo, 187 tendrán una inflación sustancialmente más baja que la que padecemos los argentinos.
Y estos números no son el resultado de la maldad de los consultores ni tampoco de las demandas desmedidas de los sindicatos.

Viviendo en la calle
Ni los unos ni los otros son peores en Argentina que en otros países de la región o del mundo, que tienen su inflación baja y controlada.
El problema es que, este gobierno K, pareciera ser adicto a la inflación. 
Y el diagnóstico es más que obvio: sin poder acceder a los mercados de capitales, se ha financiado con el desequilibrio fiscal y la emisión monetaria. 
La emisión --y no hay que haber realizado un doctorado en economía-- es el motor que moviliza la espiral inflacionaria.

¿Justa, libre y soberana?
Por eso que ni los “precios cuidados”, ni la aplicación de leyes de abastecimiento, o la manipulación descarada de las estadísticas, han logrado detenerla.
Porque las políticas “de curandero” no sirven para estas “enfermedades sociales”
Así de clarito.
Resumiendo: el gobierno puso la fábrica de la pobreza en marcha más por incompetencia que por mala suerte. 
Lamentablemente, será una de las pocas que, en los próximos meses, funcione tan a pleno. Y, así, será imposible una Argentina “justa, libre y soberana”.   

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