miércoles, 12 de junio de 2013

EDITORIAL: UN ESPACIO PARA LA REFLEXIÓN

¿HASTA CUÁNDO INCORREGIBLES?

Sería un reduccionismo, o una simplificación, adjudicarle la decadencia de nuestro país a un partido político en particular. Pero no se puede obviar que, desde 1946 (primera irrupción del peronismo) han pasado 67 años de los cuales, 34, el gobierno lo ejercieron los "peronchos".
Y no estaría mal, en este año eleccionario, repasar las excusas que ofrecieron a la sociedad de nuestro país los distintos presidentes que supimos conseguir. Por ejemplo: “no nos dejaron gobernar” (subterfugio frecuente en el catecismo radical); “no me dejaron terminar el mandato” (asiduo en aquellos gobiernos derrocados o que se cayeron solitos); y no faltó el genérico “tuvimos un contexto económico internacional muy desfavorable”, repetido con ahínco durante los '90 en relación al “efecto tequila”, al “efecto caipirinha" o a “la guerra del Golfo” entre otras explicaciones geopolíticas y macroeconómicas de la época.

Estas excusas, dadas en su momento, pueden ser descartadas o relativizadas pero todas en general son atendibles y, en el peor de los casos, hasta se las puede discutir. Claro que distinto es el caso del kirchnerismo al que, pareciera, no podemos encuadrar en ninguna de las excusas habituales o convencionales que los distintos gobiernos dieron a lo largo de estas casi 7 últimas décadas. Justificaciones que los K, hasta ahora, no han dado por sus fracasos económicos o institucionales y queda claro que, jamás, invocarán su propia  incapacidad de gestión o --lo que es más grave-- su grotesco desacierto ideológico.
Sin embargo, y a excepción de los militares que ejercieron el gobierno de manera acotada, jamás un gobierno como el actual tuvo tamaño poder para manejar la cosa pública y con la enorme ventaja de una oposición tan lavada.
Recordemos, por caso, que al gobierno de Juan Perón (1946-55) tuvo a toda la oposición encolumnada y así hubo desde comandos civiles hasta sublevaciones militares que finalmente lo derrocaron.

En contraposición, quienes hoy se oponen al kirchnerismo, no van más allá de un inofensivo “cacerolazo” urbano; de la crítica de algunos medios audiovisuales; o de un incisivo programa de la tele (referencia a "Periodismo Para Todos" de Jorge Lanata).
Resumiendo: el kirchnerismo es el gobierno que ha detentado la mayor concentración de poder o, en su defecto, el beneficiado por una oposición que no levanta olas. Y si repasamos el contexto internacional, jamás nuestro país tuvo un escenario tan favorable como el que transitó el kirchnerismo. Porque hasta el año 2003, y en relación al valor de los commodities que exportamos, nunca los valores estuvieron tan altos.
Lo cierto es que, tras diez años de tamaña bonanza, en estos días no hay dólares por ningún lado y habrá que cruzar los dedos para que narcotraficantes y malvivientes de toda laya blanqueen sus “billetes verdes” en nuestras playas.

¿Será acaso que el oficialismo padeció de falta de tiempo para completar  su “revolución” y para terminar de dibujar su "dékada ganada"?. 
Indudablemente la respuesta es negativa porque el kirchnerismo es el proyecto político más largo y continuado de la historia argentina (2003-2015). Porque jamás un presidente (en este caso un matrimonio) gobernó 12 años continuados y --en nuestro país-- sólo Juan Perón y Carlos Menem se acercaron a ese plazo. Claro que, en el juego de la democracia, no podemos soslayar al actor más importante: referencia al ciudadano. Un ciudadano que vota y que, si aprendió la lección y tiene memoria, deberá hacerlo mejor de ahora en adelante. Caso contrario el genial Jorge Luis Borges habrá tenido razón y deberemos aceptar que, no sólo los “peronchos” son incorregibles, si no también los votantes de nuestro país. 

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