miércoles, 5 de junio de 2013

LADRILLOS VIEJOS

Muchas de las casas viejas que aún quedan en la ciudad muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado. Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque la fiebre horizontal de los '60 trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Lo cierto es que, para quienes disfrutamos de ellas, independientemente de su estado, vale la pena recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…


UNIVERSITARIO: EL CASTILLITO HISTÓRICO

Se levanta en la avenida Alem al 1.200 y sigue perdiéndose entre las nuevas construcciones que muy poco respetan su calidad de formar parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad.
Fue construido en 1909, según diseño del arquitecto catalán Joaquín Saurí, y es de las edificaciones más antiguas de la avenida.
Declarado bien patrimonial, la primera intervención desacertada fue cuando el municipio --con la idea de salvarlo de la demolición-- autorizó la construcción de un edificio horizontal en su fondo ¡¡¡y dándole al “castillito” la condición de "unidad funcional" de esa obra!!! Patético.
Este desacierto, y otros que se han cometido con históricos edificios desde los ’60 en adelante, debieran hacer reflexionar que, cuidar el patrimonio arquitectónico, no involucra sólo a la construcción en sí misma, sino que también hay  que preservar su entorno. 
La salvaguarda de estos bienes --que cuentan como nadie la historia de la ciudad-- queda claro que hoy está en manos de NADIE y, por esa razón, estas desafortunadas intervenciones lejos están de agotarse y, seguramente la piqueta impiadosa seguirá sorprendiéndonos. Debiera entenderse que, el patrimonio arquitectónico de una ciudad, siempre estará por encima del negocio inmobiliario.

Cuenta la historia

El “castillito” por entonces (año 1909) se ubicaba en la quinta conocida como “de la viuda de Muñoz", una familia de la alta sociedad bahiense. 
Y, aunque cueste creerlo, fue levantado para servir de lavadero, cuarto de planchado y habitación para el quintero, en su planta alta.
Su diseño --tipo "fantasía"-- era propio de los, por ese entonces, eran denominados "barrios adornados", que se podían ver en los chalets levantados en el interior del Parque de Mayo (ya demolidos) o los que aún hoy se conservan y pueden apreciarse en Villa Harding Green.

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