UNA PRESIDENTA, SÍ... UNA REINA DE LA BAILANTA, NO
Los últimos discursos de la presidenta ameritan, sin duda, una reflexión. Por caso habrá que decir que hay un exceso de la auto referencia al punto que, la última vez que visitó Bolivia, 22 veces repitió la palabra “yo” en tan sólo 27 minutos.
También está quejosa y ha señalado textualmente que “me mato todos los días trabajando”. Bueno, jefa… nadie la obligó a ser presidenta, ¿no?... Y también habrá que decir que a veces, por parecer simpática, llega a ingresar en el terreno de la vulgaridad. Y la vulgaridad es un condimento ajeno a la práctica de los jefes de Estado.
También está quejosa y ha señalado textualmente que “me mato todos los días trabajando”. Bueno, jefa… nadie la obligó a ser presidenta, ¿no?... Y también habrá que decir que a veces, por parecer simpática, llega a ingresar en el terreno de la vulgaridad. Y la vulgaridad es un condimento ajeno a la práctica de los jefes de Estado.
Digo… no queda para nada bien que diga “mongo”; o que al viceministro de Economía, Axel Kiciloff, le diga “pendex”. Y últimamente, cada vez que se planta frente a la cámara, un ciudadano de nuestro país resulta estigmatizado.
Veamos, si no. Recordemos lo que ocurrió --tiempo atrás-- con el “abuelito amarrete” cuyo único pecado fue denunciar que quería comprar dólares para sus nietos y no lo dejaron. Ni que hablar de cuando le fue a la yugular al dueño de una inmobiliaria al que acusó de no presentar a tiempo sus declaraciones juradas y lo escrachó por cadena nacional. Y no podemos dejar de lado, en esta lista, al buenazo de Aníbal Fernández, al que ridiculizó, ordenándole que vendiera los dólares que tenía acobachados y que lo quería ver en el banco “en primera fila y con bonete”…
Veamos, si no. Recordemos lo que ocurrió --tiempo atrás-- con el “abuelito amarrete” cuyo único pecado fue denunciar que quería comprar dólares para sus nietos y no lo dejaron. Ni que hablar de cuando le fue a la yugular al dueño de una inmobiliaria al que acusó de no presentar a tiempo sus declaraciones juradas y lo escrachó por cadena nacional. Y no podemos dejar de lado, en esta lista, al buenazo de Aníbal Fernández, al que ridiculizó, ordenándole que vendiera los dólares que tenía acobachados y que lo quería ver en el banco “en primera fila y con bonete”…
Peor aún la pasaron Yanina y Gustavo, dos jóvenes trabajadores de una fábrica de cosméticos con los que hizo una videoconferencia. La chica contó que tenía 21 años y que, su tarea, consistía en colocar pomos dentro de un envase. Su compañero, de 19, le contó a Cristina que a él le tocaba atender una máquina llenadora. “Lleno los pomos”, le confesó con ingenuidad. Y la presidenta, claro, no pudo con su genio y le descerrajó: “vos sos el que le llena el pomo a Yanina”. Fea la actitud.
Aunque al darse cuenta, que el exabrupto no se correspondía con su investidura, quiso arreglarlo señalando que su comentario había sido “un poquito subido de tono”.
Tiempo atrás, y a través de su cuenta de Twitter, le dio para que guarde y tenga a Carlos Fayt, uno de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Lo tildó de “centenario” (tiene 95 años) y casi le sugirió que se jubilara. Patético. Y, pocos días atrás, se le escapó un “carajo” y hasta un "como dijo Maradona... lará, lará, lará". Dios sabrá si el "lará" escondía un "la tenés adentro" o, peor aún, "seguí chupándola".
Aunque al darse cuenta, que el exabrupto no se correspondía con su investidura, quiso arreglarlo señalando que su comentario había sido “un poquito subido de tono”.
Tiempo atrás, y a través de su cuenta de Twitter, le dio para que guarde y tenga a Carlos Fayt, uno de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Lo tildó de “centenario” (tiene 95 años) y casi le sugirió que se jubilara. Patético. Y, pocos días atrás, se le escapó un “carajo” y hasta un "como dijo Maradona... lará, lará, lará". Dios sabrá si el "lará" escondía un "la tenés adentro" o, peor aún, "seguí chupándola".
A esta altura habrá que aceptar que los políticos, indudablemente, son actores. Y no está mal. Pero nuestra presidenta no se dio cuenta que, luego de tantas apariciones mediáticas, ya sería hora de dosificar su presencia en los medios. Porque, un exagerado vedetismo como el que exhibe, le quita fuerza a su relato épico y puede hacer caer su discurso en la más absoluta decadencia.
Señora presidenta: sepa Ud. que, tratar de ser canchera y graciosa --como lo viene haciendo últimamente-- puede terminar resultando patético, bufonesco y hasta corre el riesgo que el pueblo le saque "tarjeta roja"... la misma que Ud. exhibió esta semana en un nuevo acto de campaña proselitista...
Y habrá que decir que los argentinos bien nacidos --no importa si opositores o kirchneristas-- queremos que a Ud. le vaya bien; que haga un buen gobierno; que su gestión sea recordada por años; que exista una Argentina antes y después de Ud. Pero eso sí, jefa… queremos una presidenta y no a la reina de la bailanta…
Señora presidenta: sepa Ud. que, tratar de ser canchera y graciosa --como lo viene haciendo últimamente-- puede terminar resultando patético, bufonesco y hasta corre el riesgo que el pueblo le saque "tarjeta roja"... la misma que Ud. exhibió esta semana en un nuevo acto de campaña proselitista...
Y habrá que decir que los argentinos bien nacidos --no importa si opositores o kirchneristas-- queremos que a Ud. le vaya bien; que haga un buen gobierno; que su gestión sea recordada por años; que exista una Argentina antes y después de Ud. Pero eso sí, jefa… queremos una presidenta y no a la reina de la bailanta…
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