miércoles, 31 de julio de 2013

EDITORIAL

TENEMOS LA JUSTICIA DE CIUDAD GÓTICA

Quien generaliza no sólo cae en la soberbia si no que, además, termina siendo injusto. Y precisamente sería injusto generalizar cuando se habla de la justicia de nuestro país. Simplemente porque no todos los jueces son iguales y porque sabemos que los hay justos, probos y ecuánimes.
Pero hoy quiero hacer foco en los otros jueces. En los patéticos. En los que juzgan favoreciendo los intereses de quienes los han designado --a dedo-- sin tener en cuenta ni sus capacidades, ni su honestidad, ni su curriculum. Porque los que tienen la manija, y la posibilidad de designarlos, buscan a jueces que tengan un prontuario en el ropero… algo que, a todas luces, los torna vulnerables y, por ende, manejables. Así de clarito.

Justicia tortuga no es justicia
Y para demostrar esto simplemente me voy a referir a dos casos emblemáticos.
A ver: al ex presidente Carlos Ménem, después de más de ¡ 15 años !! acaban de darle 7 años por “la sabiola” en relación al contrabando de armas a Croacia y Ecuador. Claro que la sentencia --que todavía puede ser apelada-- le llega a una edad en que la reclusión será domiciliaria y eso --siempre y cuando-- le quiten sus fueros parlamentarios.
Pero don Carlos tiene la suerte que sólo los políticos pueden exhibir: porque el Tribunal Oral Nro. 1 de la Capital Federal, que investigó una cuenta en Suiza que el ex presidente “se había olvidado” de incluir en sus declaraciones juradas, se declaró --tiempo atrás-- incompetente para tratar la causa. Que un juzgado se pueda declarar incompetente en una causa es absolutamente legal. Ahora… que se declare incompetente luego de tener la causa durante ¡ 6 años !! en sus manos es escandaloso y una burla a la sociedad.

¿Sirve jugar a la gallina ciega?
Señores jueces del Tribunal Oral Nro. 1 de la Capital Federal: 12  días, 7 horas y 11 minutos duró la misión Apolo XI que puso una tripulación en la Luna. Pero  Uds. necesitaron 180 meses… es decir 5.400 días… es decir 129.600 horas… es decir 7.766.000 minutos para darse cuenta de la incompetencia… Déjense de joder…
A esta altura queda más que claro que Hebe de Bonafini y los Schoklender --por la causa de estafa en el proyecto habitacional “Sueños compartidos”-- es probable que sean juzgados el día que los marcianos se dignen a visitar nuestro planeta.
Ni que hablar de las causas que colecciona el vicepresidente Amado Boudou… o Ricardo Jaime (que estuvo prófugo 6 días en los que nadie lo pudo --o lo quiso-- encontrar transformándose en un verdadero papelón)… o Juan Pablo Schiavi… o el empresario K, Lázaro Báez. Porque los jueces que deben juzgarlos son más lentos que una tortuga con muletas.

 Ciudad Gótica: el reino bizarro
Es de imaginar el tiempo que correrá para que se encuentre algún culpable en las masacres ferroviarias de Once y de Castelar
Y, a la luz de lo reseñado, me pregunto cuánto tiempo se tomará el juez Sebastián Casanello para la causa de lavado de dinero que salpica a quien --no pocos-- señalan como “el socio” de Néstor Kirchner. Y la referencia es a Lázaro Báez. Basta recordar que recién 55 días después que Jorge Lanata destapara la olla de la corrupción K, en su programa “Periodismo Para Todos”, Casanello ordenó allanamientos en propiedades del empresario. 
Amigo Casanello: en ¡ 55 días !! no quedaron ni las moscas. Avívese: se llevaron todo. Amigo Casanello: le quiero contar que la justicia no tiene nada que ver con aquel juego de nuestra niñez: “la gallinita ciega”.
Para finalizar: la justicia a la argentina es, sin duda, una justicia bizarra. Casi de historieta. Con jueces que parecen salidos  de los pagos de Batman… Es decir… de Ciudad Gótica…

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