miércoles, 3 de septiembre de 2014

EDITORIAL

VILLA PAPA FRANCISCO: LA GAZA ARGENTINA

Días atrás las imágenes de la tele tuvieron el realismo mágico que tan bien manejaba Gabriel García Márquez. 
Porque fue imposible no asociar aquella postal de Macondo con las topadoras que apilaban escombros... y vergüenzas. 
La referencia es al desalojo de la denominada villa "Papa Francisco" que puso de manifiesto --una vez más-- que nuestro país tiene una justicia "defaulteada". ¿Por qué vergüenza? Porque una realidad social no se "evapora" dejando un predio pelado. Porque los desalojados (aún siendo intrusos) tendrán que volver a la Villa 20... o vaya a saber dónde. 

Villa Papa Francisco
O se quedarán esperando que el destino irresuelto les haga un guiño.
¿Por qué vergüenza? Porque no se puede seguir actuando sobre los hechos consumados. 
Pero también porque, durante seis meses, jueces y fiscales de la Ciudad de Buenos Aires habían ordenado el desalojo de los terrenos usurpados sin que “nadie les diera bola”.
En aquel momento señaló la justicia que no se pueden ocupar espacios públicos porque, ésa, "no es la solución" a los gravísimos problemas sociales que siguen arrastrando amplios sectores del país.

El desalojo seis meses después
Señaló la justicia, además, que no se podía vivir sobre una tierra contaminada con las emanaciones que, durante años, fue destilando la chatarra de autos podridos en lo que fue un depósito de la Policía Federal.
Pero, allá por febrero de este año, no alcanzaron los argumentos para que, las fuerzas de seguridad actuaran a tiempo. 
Fue cuando la justicia dispuso que actuaran en tiempo y forma. Una orden que les dieron tanto a la policía Metropolitana como a la Federal solicitándoles que "coordinaran" sus acciones para cumplir la orden.

¿Tuvo que morir Melina?
Vaya pretensión. La Federal y la Metropolitana se mojan la oreja cada vez que pueden para que --cualquier tarea que conlleve algún costo para sus jefes políticos-- la realice la otra fuerza.
Pasaron los meses y el asentamiento de Villa Lugano creció y se multiplico. 
Pero también se transformó en un aguantadero para los pibes chorros y, como si fuera poco, se llenó de narcos. Y tuvo que morir una jovencita (Melina) de 18 años --que soñaba con ser maestra jardinera-- para que la justicia y las policías entendieran que debían hacer algo.

La justicia llora avergonzada
Entonces sí las fuerzas "coordinaron"
Porque no había otra. Porque la presión social se hizo escuchar. Porque los medios pusieron el grito en el cielo por lo que había ocurrido.
Recién entonces las autoridades se dieron cuenta que no había más tiempo para distracciones.
Claro que no faltaron los desvergonzados funcionarios de siempre justificando el tiempo transcurrido --desde el pasado mes de febrero-- señalando que habían esperado "el momento oportuno" para actuar. 
Son unos descarados.
Porque tengo en claro que, jamás, confesarán que “la oportunidad” fue la vida de una jovencita de 18 años. Por eso la justicia de nuestro país volvió a llorar.

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