(Por Cristina Garbiero) Un recorrido por la historia del vestido de novia desde el antiguo Egipto hasta nuestros días. Además, aparecerán los atuendos nupciales de las reinas, princesas, estrellas de Hollywood, diosas del cine europeo, actrices argentinas, y también los que lucieron las señoritas de la sociedad bahiense de otras épocas.
LAS NOVIAS DE LA ANTIGUA ROMA
La novia, en la antigua Roma y en la víspera de su boda, se vestía con una túnica
blanca ribeteada con una cenefa púrpura, se recogía el pelo con una redecilla de
color anaranjado y se acostaba esperando el día de la boda.
La mañana del casamiento era peinada con una pequeña lanza, atributo iconográfico de Juno. Con la punta de esta lanza se abrían las rayas en el cabello para formar seis trenzas, fijadas alrededor de la frente con cintas y colocadas creando rodetes, a modo del tocado de las Vestales.
La joven novia vestía una tunica recta, blanca (color de Himeneo, dios de la fecundidad y el matrimonio) sin cenefas, que se sujetaba con un cordón de lana mediante el "nudo de Hércules", que el marido debería desatar por la noche.
La mañana del casamiento era peinada con una pequeña lanza, atributo iconográfico de Juno. Con la punta de esta lanza se abrían las rayas en el cabello para formar seis trenzas, fijadas alrededor de la frente con cintas y colocadas creando rodetes, a modo del tocado de las Vestales.
La joven novia vestía una tunica recta, blanca (color de Himeneo, dios de la fecundidad y el matrimonio) sin cenefas, que se sujetaba con un cordón de lana mediante el "nudo de Hércules", que el marido debería desatar por la noche.
Las novias paganas completaban el
atuendo con un manto color azafrán o naranja encendido, que simbolizaba la
modestia. En tanto que las
novias cristianas lo usaban de color blanco.
Una corona de flores, de mejorana y verbena trenzadas, adornaba la cabeza en época de César y Augusto. Mucho después se utilizarían mirto y flores de azahar.
Una corona de flores, de mejorana y verbena trenzadas, adornaba la cabeza en época de César y Augusto. Mucho después se utilizarían mirto y flores de azahar.

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