BALOTAJE: LA VERDAD DE LA MILANESA
Y llegó, por fin, la hora de la verdad.
Porque, en pocos días más, sabremos si continúa “el relato” o se terminó la etapa del kirchnerismo.
Aún hoy se sigue analizando el resultado de las primeras del 22 de octubre pasado. Para algunos, el resultado fue el triunfo del “marketing político”.
Para otros, en cambio, significó el hartazgo del electorado a la “politiquería barata”.
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¿Fin del relato? |
Lo cierto es que, el triunfo de María Eugenia Vidal en territorio bonaerense --y el desalojo de no pocos intendentes del denominado conurbano-- resultó algo así como “el gordo de Navidad”.
Y quedó claro que, el frente “Cambiemos”, triunfó a lo largo y a lo ancho del territorio bonaerense.
Así, y de aterrizar en la Casa Rosada, el nuevo oficialismo conducirá el corazón territorial de nuestro país.
Nada menos que la presidencia de la Nación, la gobernación bonaerense y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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El 25.10 cayó en la provincia |
Un trípode que disiparía los augurios negativos en el sentido que, nuestro país, solamente puede ser gobernado por los peronistas.
Y repasando la historia pero --sobre todo las circunstancias-- bien se podría parangonar este triunfo con el aquél que llevó a Ricardo Alfonsín al poder.
Porque también, en ese caso, el sustento lo dieron los sectores medios de la sociedad argentina.
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Un sabio |
Cualquier análisis político desapasionado diría que, coaliciones populistas como la del duhaldismo o la del kirchnerismo, llegaron al poder traccionando los votos de los gobernadores feudales del interior del país sumados a los que “supieron conseguir” los barones del conurbano bonaerense.
En definitiva “rejuntes” que generaron un círculo vicioso que paralizó la producción. Porque sólo apuntaron a mantenerse en base a subsidios y al reparto del empleo público y de dádivas.
En cambio, las coaliciones con sustento en la clase media, son naturalmente “modernizadoras”.
Simplemente porque demandan políticas públicas no clientelares potenciando la actividad productiva.
La decisión, este 22 de noviembre, es nuestra. Y, si nos equivocamos, le terminaremos dando la razón al Sarmiento que nos advirtió: “Cada país tiene el gobierno que se merece”.
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