miércoles, 27 de enero de 2016

LADRILLOS VIEJOS

Muchas de las casas viejas, que aún quedan en la ciudad, muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado. 
Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque, la fiebre horizontal de los '60, trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Y vale la pena, entonces, recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…

ALMAFUERTE: CUANDO ORNAMENTAR FUE UN ARTE


Es posible que uno se pregunte por qué las construcciones --principalmente las de estilo renacentista y hasta mediados del siglo pasado-- se caracterizaron por su decoración y llamativo movimiento en los muros. 
Una de las causas, además de las estéticas, hay que rastrearla en lo tecnológico. Es que los constructores buscaron, de muchas maneras, disimular las grandes superficies ciegas de mampostería con ornamentos que, virtualmente, ampliaban las pequeñas superficies vidriadas, desvaneciendo mágicamente los límites y dando una apariencia escénica a simples murallones de pequeñas aberturas. 
Un caso que demuestra cómo los ornamentos pueden lograr engañar al ojo, es el de la casona que se levanta en Terrada y avenida Colón. Donde, además de utilizar ornamentos decorativos, el diseñador utilizó ejes de composición clásicos que jerarquizan y estilizan la obra. 
El principal lo encontramos sobre la línea diagonal --que cruza la avenida Colón-- abriéndose a tan importante avenida. Posteriormente, y a cada costado, se ubican alas relativamente simétricas, en las que el ornamento libera a los muros de su peso real y parecen mostrarlos como más livianos en los balcones que soporta.
Para resaltar, y sobre la calle Terrada, aún se conserva un patio con reminiscencias de un "coul de sac" de épocas pretéritas. 
Con líneas de marcado estilo francés, la mansión es rematada con un coronamiento festivo y alegórico de figuras que parecen jarrones o balustres. Lo cierto es que, la utilización de estas figuras alargadas, alivian la terminación del pretil superior.
Esta magnifica casa perteneció al arquitecto Bernardo Paesa y la realizó el constructor Manuel Greco. Su construcción se inició en 1929.

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