Muchas de las casas viejas, que aún quedan en la ciudad, muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado.
Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque, la fiebre horizontal de los '60, trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Y vale la pena, entonces, recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…
MICROCENTRO: UNA RAREZA ARQUIRTECTÓNICA
A no pocos profesionales, en el arte de diseñar y levantar construcciones, le resultará sencillo determinar, con precisión, el ADN de esta casona que se levanta en Rondeau 74, en pleno microcentro de la ciudad.
Es que sus detalles de ornamentación --y distintos elementos que componen su equilibrada fachada-- generan no pocas dudas acerca de sus raíces que pueden ser italianas, españolas y no falta quien asevere que tiene mucho que ver con el más puro estilo lusitano.
Claro que si se observa con detenimiento el detalle de terminación de los techos --con ese par de dragones, o animales mitológicos, que protegen y coronan la mansión-- todo llevaría a suponer que sus raíces son bien españolas.
Pero, más allá de dilucidar sus raíces, habrá que acordar que sus líneas son clásicas, maravillando con sus columnas salomónicas estilizadas y casi geométricas.
Sin duda ha sido levantada entre 1930 y 1940 y detenta la maestría del estudio Marseillán que se ha distinguido en la realización de otras obras ejemplares y que, afortunadamente, todavía sobreviven en nuestra ciudad.

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