miércoles, 23 de marzo de 2016

LADRILLOS VIEJOS

Muchas de las casas viejas, que aún quedan en la ciudad, muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado. 
Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque, la fiebre horizontal de los '60, trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Y vale la pena, entonces, recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…

MACROCENTRO: 
UNA POSTAL DEL PASADO


La fachada de un edificio antiguo siempre nos hablará  de un tiempo, de un estilo arquitectónico. Y muy posiblemente su ornamentación, marquetería o detalles estéticos nos hagan revivir un periodo histórico en especial. 
Es lo que ocurre con la casona de calle Brown 460, hoy sede de la Unión Industrial de nuestra ciudad.
Sus líneas responden a un lenguaje arquitectónico propio del barroco español o del denominado churriguerismo. Y habrá que decir que el barroco siempre nos mostrará la contradicción de los opuestos que lo distinguen. Es decir el lleno y el vacío, la luz y la oscuridad, lo sólido y lo inestable. 
Obsérvese que el portal, en su frente, nos muestra un par de columnas salomónicas soportando un frontis (frontispicio) curvo entre dos frontis curvos incompletos que no pueden sostenerse por si mismos. 
Precisamente en ese rasgo en donde aparece la típica dualidad del barroco: por un lado la fortaleza de las columnas y, por el otro, la debilidad del frontis.
Y la dualidad de ese estilo se explica por haber surgido en una época conflictiva que transitaba por períodos de paz pero, también, de guerra. Años donde “la vida y la muerte son partes de la misma moneda”, como hubiera dicho Jorge Luis Borges.
Finalmente podemos inferir que la mansión fue construida a principios del siglo pasado. Muy posiblemente entre 1920 y 1930. Y quien pueda acceder a su interior se deslumbrará ante tanta belleza destacándose sus pisos y sus escaleras.

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