miércoles, 4 de mayo de 2016

EL TUL DE LA ILUSIÓN

(By Cristina Garbiero) Un recorrido por la historia del vestido de novia desde el antiguo Egipto hasta nuestros días. 
Además, aparecerán los atuendos nupciales de las reinas, princesas, estrellas de Hollywood, diosas del cine europeo, actrices argentinas, y también los que lucieron las señoritas de la sociedad bahiense de otras épocas... 

1921 - LA PRINCESA ANTONIA

La princesa Antonia de Luxemburgo, cuyo nombre completo era Antonieta Roberte Sophie Wilhelmine, se casó el 7 de abril 1921 en Hohenburg Castle (castillo medieval de Bavaria) con el príncipe heredero Ruperto de Baviera, hijo del rey Luis III y de la archiduquesa María Teresa de Austria-Este. 
Para el novio este era su segundo matrimonio ya que --el 10 de julio de 1900 en Munich, Baviera-- se había casado con su prima la duquesa María Gabriela de Baviera, que se suicidió en 1912 a la edad de 34 años.
Pero el cuento de hadas que rodeaba a Ruperto y Antonia pronto pasó a ser una gran pesadilla.
La noche del “Putsch de Munich” --8 de noviembre de 1923, cuando Hitler fracasó en tomar el poder-- los nazis buscaron el apoyo del príncipe. 
Sin embargo, éste se negó. Es que no estaba dispuesto a sostener su autoridad en la fuerza de las armas ya que aspiraba a ser el rey de toda la nación.
De esta manera, al negarle el apoyo a Hitler, los príncipes pasaron a ubicarse dentro del grupo de los opositores al régimen nazi, por lo cual su único destino posible --al ser confiscadas sus propiedades-- fue el exilio. Primero Italia y luego Hungría.
Sin embargo lejos estaban de huir de las garras hitlerianas. Es que, cuando Alemania ocupó Hungría en octubre de 1944, capturaron a la princesa Antonia y a tres de sus hijas. 
De nada valieron los esfuerzos de los otros miembros de la realeza ni de políticos influyentes y, sin miramientos, fueron llevadas primero al campo de concentración de Sachsenhausen y, en abril de 1945, trasladadas al campo de concentración de Dachau, de donde fueron liberadas por el ejército estadounidense.
Al ser liberada la princesa Antonia pesaba solo 36 kilos y su salud estaba seriamente dañada.
Murió nueve años más tarde, en Lenzerheide (Suiza) después de haber prometido (y cumplido) no volver nunca más a pisar suelo alemán. Enterrada en Roma, su corazón, como procede a la Casa Real de Baviera, reposa en la capilla de Altötting.

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