Muchas de las casas viejas, que aún quedan en la ciudad, muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado.
Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque, la fiebre horizontal de los '60, trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Y vale la pena, entonces, recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…
MICROCENTRO: UN CONVENTILLO EN PLENO CENTRO
Pasando hoy por su frente difícilmente se pueda llegar a suponer que la casona que se levanta en la calle Rondeau 65 fue, en sus orígenes, un edificio de vivienda colectiva que --hace tiempo y a lo lejos-- fue estigmatizado con la palabra “conventillo”.
La casa exhibe a la vista un frente asimétrico mostrando una puerta central, aventanamientos a los costados y una segunda puerta secundaria.
Esta disposición, sin duda, no responde a las formas estéticas de aquella época donde, lo que primaba, era la simetría. Y, tal vez, la disposición del frente buscó esconder que, tras los muros, vivía un conglomerado de familias algo que no era “cool” para aquellos años… y, menos, en pleno centro de la ciudad.
Su construcción data de la década que va de 1910 a 1920 y, su estilo, no se destaca por ornamentos o marquetería que lo destaquen o lo ubiquen en alguna corriente estética determinada. Pero valdrá la pena notar el trabajo refinado de las molduras ubicadas por encima de sus ventanales.
Finalmente, y valiéndonos de la modernidad que permiten las fotos satelitales, es posible inferir que --como mínimo-- en esa parcela de terreno hubo un mínimo de 6 viviendas.
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