miércoles, 8 de febrero de 2017

LADRILLOS VIEJOS

Muchas de las casas viejas, que aún quedan en la ciudad, muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado. 
Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque, la fiebre horizontal de los '60, trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Y vale la pena, entonces, recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…

MICROCENTRO: CATALUÑA ATERRIZÓ EN BAHÍA
La denominada “Casa Catalana” --en Rondeau 51, casi Vicente López-- es uno de los bienes más destacados del patrimonio arquitectónico de  la ciudad. 
Su propietario original fue el Sr. Croft (de quien no tenemos más data) y fue construida en 1921 por Pedro Cabré Salvat, un catalán nacido en Reus (ciudad hermana de la nuestra), que se inspiró en el Palau de la Música Catalana, maravillosa obra del modernismo catalán diseñada por el arquitecto Lluís Doménech i Montaner en 1908. 


Esa maravilla arquitectónica se encuentra en Barcelona y fue declarada Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO, en 1987. 
Volviendo a lo nuestro: el detalle más destacado de la “Casa Catalana” es la resolución de sus columnas, revestidas por coloridos cerámicos, una técnica desarrollada por los modernistas catalanes para dar color a este particular estilo, considerado el primer movimiento de vanguardia del siglo XX.
Como bien patrimonial que es no debiera –únicamente-- preocupar en sí misma respecto a su cuidado, mantenimiento, divulgación y hasta llegar a generar la posibilidad de ser visitada. Porque también resulta vital atender su entorno, evitando intervenciones en las construcciones cercanas que pueden afectar su estética y presencia en la cuadra. 
Es que, el cuidado de los bienes de valor arquitectónico, exige una cultura de respeto.
Y pareciera que, por acá, no existe, brilla por su ausencia y nadie se preocupa de los tesoros arquitectónicos de la ciudad. Que no son tantos.
Y no habrá que olvidar que son construcciones únicas, irrepetibles, incunables y, por eso, merecen todo nuestro respeto y admiración. A ver si las autoridades toman nota de esto.

Cuenta la historia…
...que esta particular y notable casa había sido proyectada --en un principio-- para albergar una sola planta. Y se cuenta que, el cambio de planes, ocurrió cuando la esposa del Sr. Croft viajó desde la Capital Federal a Bahía Blanca. 
Lo cierto es que no le gustó nuestra ciudad y retornó a la Reina del Plata. Según cuentan las crónicas de la época, el pobre hombre --con tal de hacerla volver-- trató de realizarle un "nidito" más acorde al refinado gusto de su paqueta señora. 
Así fue como se le ocurrió reunir distintos simbolismos como flores, balcones curvos y todo lo que la estética puso a su alcance. Plata no faltaba… y eso ayuda.
Finalmente, y ya terminada la casona, el Sr. Croft hizo bajar nuevamente a su esposa a la ciudad. Estaba esperanzado porque la casa había quedado divina. Sin embargo la mujer llegó, la vió y se volvió a Buenos Aires. 
Lo cierto es que, gracias a esta novela de final poco feliz, a los bahienses nos quedó esta maravilla que forma parte de nuestro patrimonio local. Eso, claro… hasta que la tiren abajo…

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