miércoles, 12 de julio de 2017

DIOSAS INOXIDABLES

Trascendieron su tiempo. Amaron y fueron amadas. También deseadas y admiradas. Tuvieron vidas alucinantes, sus romances dieron que hablar y, algunas de ellas, murieron de manera trágica. 
Perduran, aún hoy en la memoria colectiva y esta sección es, si se quiere, una manera de recordarlas y homenajearlas. En la actualización de esta semana levantamos al telón para presentar a...  

MONICA VITTI
Su verdadero nombre es María Luisa Ceciarelli y nació en Roma (Italia) el 3 de noviembre de 1931. Fue, sin duda, una de las actrices más importantes de la península itálica actuando en multitud de largometrajes.


A contramano de otras divas, es muy poco lo que se sabe acerca de su vida privada ya que siempre lo ha evitado. 

Se graduó en la Accademia dell'Arte Dramática, en 1953, y ya para 1956 había debutado en el teatro.
Desde 1990 se ha retirado de la actividad artística pero sigue recibiendo premios y es una más que asidua visitante a los festivales cinematográficos de prestigio.
En 1959, la película "La aventura", le dio el definitivo espaldarazo internacional.
Mónica era lo más parecido al modelo de las actrices francesas de los años' 60 que aparecían en la pantalla tristes, graves y como raras musas de los sentimientos de la época. 
Estaba por casarse con un arquitecto. Pero, en su vida, apareció Michelangelo Antonioni. 

El director, no sólo la enamoró, sino que la dirigió en las películas "La aventura", "El eclipse", "La noche" y "El desierto rojo" que la llevaron al estrellado mundial.
De sus labios nunca salió palabra alguna acerca de otros hombres importantes de su vida como Carlo Di Palma o Roberto Russo.
Cuenta Mónica que, cuando tenía 14 años, pensó en quitarse la vida y que la única manera de salvarse era fingir ser otra. "Seré actriz para no morir", se dijo sentada en un sofá de su casa.
En 1995 recibió el "León de Oro" a la carrera (en Venecia) y, desde hace años, no aparece en público. Su vida hoy es una gran incógnita.

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