miércoles, 5 de julio de 2017

LADRILLOS VIEJOS

Muchas de las casas viejas, que aún quedan en la ciudad, muestran la época de esplendor de las primeras décadas del siglo pasado. 
Algunas, incluso, tienen tanto valor que debieran ser consideradas patrimonio cultural. Sin embargo la mayoría de ellas hoy parecen cadáveres agonizando.
Y no son pocas las que desaparecieron de la faz de la tierra porque, la fiebre horizontal de los '60, trajo consigo una piqueta depredadora que arrasó con muchísimas construcciones antiguas.
Y vale la pena, entonces, recorrer barrios y villas descubriéndolas e imaginándonos sus épocas de esplendor. 
Porque, además, las casas viejas son como testigos de una historia que pasó. Por eso, en esta sección del blog, iremos mostrado las pocas que han quedado en pie…

MICROCENTRO: CUANDO EL ORNAMENTO EMBELLECE...
La casa, que se levanta en Donado 764, nos recuerda muchas otras que ya han sido destacas en esta sección del blog con la “famosa piecita que aparece por encima del garaje”.
No hay duda que, quien la diseñó, debe de haber padecido el “horror vacui” (esto es el horror al vacío) intentando, consecuentemente, no dejar ningún espacio sin ornamento. Y que la vivienda esté plena de ellos no implica que la obra arquitectónica sea mejor o peor. 


Pero, en el caso que nos ocupa, habrá que decir que sus ornamentos exhiben un interesante equilibrio armonizando con la totalidad del conjunto. 
Su aspecto general muestra un fuerte carácter italianizante sobre todo en su destacado frontis triangular. 
Y no deja de llamar la atención el rosetón que se ubica por encima de éste. Un párrafo aparte para la herrería notablemente elaborada. 
Habiendo sido construida probablemente en el período 1900-1915, bien se podría inferir que, en la década del ’30, haya sido rediseñada parte de su fachada para incorporar el garaje.

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