miércoles, 19 de septiembre de 2018

CRÓNICAS EN CLAVE DE NAFTALINA

Cuando en la mañana del 9 de abril de 1953 el mayordomo, Inajuro Tashiro, ingresó en la habitación de su patrón --en el quinto piso de la avenida Callao 1.944 de la Capital Federal llevando la bandeja con el desayuno-- el espectáculo le erizó los pelos. 
No era para menos.
Es que Juan Duarte, secretario privado del presidente Juan Domingo Perón, yacía en el suelo sobre un charco de sangre, en calzoncillos, camiseta, medias y ligas. 
Sobre su sien derecha un disparo de arma de fuego. 
Y lo que sigue es...

LA MISTERIOSA MUERTE DEL HERMANO DE EVA PERÓN...
A su lado, en el suelo, se veía un revólver Smith & Wesson calibre 38 y, sobre la mesa de luz, una carta manuscrita en la que se despedía de su cuñado y jefe, Juan Domingo Perón.
No bien se conoció la noticia, una ola de rumores se extendió por los círculos del poder. 
Se habló de suicidio… pero también que “lo habían suicidado”.
En 1952 había muerto su hermana, Evita, y el gobierno peronista, enfrentaba muchos problemas. 
Esta muerte, en su tiempo, fue considerada un ajuste de cuentas entre jerarcas peronistas. Se habló de turbias maniobras de corrupción, sobre todo vinculadas al monopolio oficial de la exportación de carne. 

Revista "Historia"
La víctima, Juancito Duarte (alias "Pebete"), había sido un vendedor de jabones que --a la sombra de su hermana menor, Eva Duarte-- se había convertido en uno de los hombres más poderosos y ricos del país.
Cuando su hermana comenzó a codearse con militares de cierto fuste, Juancito comenzó a recoger “las migas del poder”
Así, en 1944, Eva lo hizo nombrar inspector del Casino de Mar del Plata.
El 21 de octubre de 1945 María Eva Duarte y el coronel Juan Domingo Perón se casaron por civil en la localidad bonaerense de Junín. Fueron testigos de la boda Juancito y el coronel Domingo Mercante.
Después, todo fue una vorágine. En 1946 Perón fue electo presidente y Juan Duarte pasó a ser su secretario privado. 
Y Eva, a medida que adquiría importancia en la vida del país, protegía a su hermano y al mismo tiempo --en privado-- le reprochaba sus locuras, sobre todo los líos de faldas. 

Revista "Mundo Argentino"
Juan acompañó a Evita en el viaje a Europa durante 1947. Ya para entonces manejaba "dinero grande" y se había comprado un suntuoso departamento sobre la avenida Callao.
La historia de Juan Duarte dio un vuelco el 26 de julio de 1952 cuando, un cáncer, se llevó a Eva. El hada protectora de los pobres era también quien velaba por el "Pebete", ese tarambana que nunca sentó cabeza. 
Y Perón, al margen del reconocimiento hacia quien le fue leal hasta el fin, siempre miró con desconfianza a su cuñado.
Las actrices a las que Juan galanteó fueron muchas. Les enviaba flores y bombones, las invitaba a su palco privado en el "Tabarís", al paddock de Palermo o a bailar en el roof garden del "Hotel Alvear". Si la cosa iba bien las llevaba a alguna joyería como Ricciardi y les hacía costosos regalos.
Durante años vivió un triángulo amoroso con Elina Colomer y Fanny Navarro, dos divas muy populares en aquella época.

Juan con Fanny Navarro
Lo cierto es que, las denuncias de corrupción, desde 1946, salpicaron al gobierno de Perón. Por eso, el 3 de febrero de 1949 --en un intento por frenarlas-- el general presentó su declaración jurada de bienes.
Las críticas se multiplicaron tras la muerte de Evita y Perón le encargó al general Justo León Bengoa que investigara todo lo que se decía. Sobre todo de Juan Duarte. 
El 8 de abril de1953 Bengoa allanó la caja fuerte de Juancito en la Casa Rosada y se llevó documentos mientras la ciudad hervía de rumores.
Duarte se enteró de la requisa mientras retornaba a su departamento y supo que todo había terminado.
¿Qué sucedió en el quinto piso de Callao 1.944 la noche del 8 al 9 de abril de 1953? 

General Bengoa
Hubo un desfile de jerarcas del peronismo y, hasta los amigos de Juancito, trataron de mediar en la crisis. 
Y, en la mañana de ese 9 de abril, el hermano de Eva había aparecido con un tiro en la sien.
El juez Raúl Pizarro Miguens dictaminó que era un suicidio. Pero, para la opinión pública, se trató de un asesinato. 
Y cuando el golpe de Estado derrocó a Perón, en 1955, una comisión investigadora presidida por el capitán de fragata Aldo Luis Molinari reabrió la causa. 
Y así fue como se pude conocer aquel manuscrito que dejó Juancito en su mesa de luz. 
Entre otras cosas, decía: "Mi querido general Perón: la maldad de algunos me ha querido separar de usted. Me alejo de este mundo asqueado pero seguro que su pueblo nunca dejará de quererlo. Me voy gritando con ella: Viva Perón, viva la Patria y que Dios y su pueblo lo acompañen siempre".

Revista "Radiolandia"
Al leer la carta el comentario de Perón fue: "A este muchacho lo perdieron el dinero fácil y las mujeres. Además tenía sífilis".
La muerte de Juan Duarte sacudió al país. Nadie creyó en la versión oficial. 
Fue enterrado en la tumba familiar del cementerio de la Recoleta, donde también se encuentra Evita. 
En el funeral Juana Ibarguren, la madre de ambos, gritaba: "¡Asesinos! Me han matado a otro de mis hijos!".
La muerte de Juan Duarte es uno de los tantos misterios políticos de esta Argentina que nunca fueron dilucidados.
Sin duda impactó a los peronistas de por aquel entonces. Pero, también, alegró a los antiperonistas que siempre los hubo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario