Sensualidad y elegancia, mezcladas con tristezas y añoranzas, son todas características propias de la denominada canción ciudadana.
Tratar de encontrar una respuesta acerca de su origen, lleva a contradicciones comenzando por el propio significado del vocablo "tango", un ritmo que ya pasó a ser patrimonio del mundo. Y esta sección es, si se quiere, una suerte de “Tabarís” o de “Chantecler” virtual que esta semana se da el lujo de presentar a…
FRANCISCO CANARO
Su verdadero nombre era Francisco Canarozzo y había nacido el 26 de noviembre de 1888 en San José de Mayo (Uruguay).
Claro que, para el planeta tango, fue y será Francisco Canaro. Un notable compositor de tangos, violinista y director de orquesta que paseó su arte por toda Latinoamérica.
Era apodado "Pirincho" porque, al nacer, la partera exclamó al ver la forma de su pelo: "¡Parece un pirincho!", aludiendo a la tradicional ave rioplatense.
Desde muy temprana edad la familia de Canaro se instaló en Buenos Aires, donde vivieron en casas de inquilinato (llamadas conventillos), en condiciones de extrema pobreza.
Y, antes de cumplir los 10 años, él ya trabajaba en las calles. Se dice que construyó su primer violín empleando envases de aceite de la fábrica donde trabajaba.
Supo ser vecino del bandoneonista Vicente Greco a quien Canaro le reconocería haberlo introducido en la música ciudadana.
En 1908 comenzó a actuar en cafetines de La Boca. Y, a partir del año 1912, desató una “catarata” de tangos de su autoría que hicieron leyenda como "Pinta brava", "Sentimiento gaucho", "Madreselva" (1940), "Adiós pampa mía" (1945), "Soñar y nada más", o "Se dice de mí" (1943) entre los más conocidos.
Don Francisco falleció, en la Capital Federal, el 14 de diciembre de 1964. Y lo vamos a recordar, en esta actualización semanal, con otro tangazo al que denominó “Reliquias porteñas” que nos interpreta desde este videíto…

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