CRISTINA: ¿LE SALDRÁ EL TIRO DEL FINAL?
Cuenta la sabia naturaleza que no hay nada más peligroso que una leona herida. Y en eso se ha transformado, por estos días, la presidenta de la Nación.
Razones no le faltan. Es que se le acaba el mandato y no tiene ni siquiera “un delfín” que le garantice seguir en el poder. Aunque más no sea desde las sombras.
Claro que la historia no es novedosa porque, los gobiernos populistas, jamás “prohijan” herederos.
No lo hizo Juan Domingo Perón. Tampoco Carlos Saúl Ménem. Y los Kirchner no iban a ser la excepción que confirme la regla.
CFK, por estos días, no atraviesa sus mejores momentos aunque intente ocultarlo en sus apariciones de las cadenas nacionales.
Es que por caso, Nisman, ha quedado como una víctima aquí y en todo el mundo. Y el gobierno no se da por enterado simplemente porque suele transitar sólo la “autovía” de la política.
Y, en ese “asfalto”, las cosas nunca tienen la claridad del mensaje que emanó de la tragedia.
Porque, para las planas periodísticas de todo el mundo, “murió misteriosamente el fiscal que acusó a la presidenta”. Así de simple.
Por eso es que, el kirchnerismo, no para de enlodar con cualquier recurso la figura del fiscal muerto.
Porque aún muerto es un enemigo. Claro que, la táctica, no da resultados y tiene un efecto diametralmente opuesto al buscado.
Pero CFK tiene otra cuestión que la desvela. Se trata de la investigación del juez, Claudio Bonadío, por “Hotesur” la empresa que administra nada menos que la cadena hotelera propiedad de la familia presidencial.
En la nómina de posibles indagados figura nada menos que Máximo, su hijo.
Y Bonadío, por ahora, parece “inabordable”.
Hubo, incluso, una gestión fallida del juez Rodolfo Canicoba Corral y hasta intentos de Oscar Parrilli (ahora mandamás de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Pero el hombre “no arruga”.
Nada, entonces, parece generarle tranquilidad a CFK. De allí que no sería descabellado imaginar su candidatura --a diputada o senadora nacional o gobernadora por el territorio bonaerense-- que le permitiera “arroparse” en fueros tranquilizadores.
Por eso se ha puesto al frente de la campaña.
Aunque lo disimule. Ha decidido ampliar su equipo aunque éste sea más que diminuto.
Están Carlos Zanini y su hijo Máximo, como siempre.
Pero ahora se agregaron Eduardo “Wado” de Pedro y Andrés “El Cuervo” Larroque.
Toda una señal que no es necesario desentrañar: “mucho camporismo y ausencia total de peronismo”.
Por todo esto es que, las próximas elecciones, vendrán acompañadas de una mayor radicalización de Cristina.
Endurecerá su discurso. Disparará a mansalva contra los opositores políticos. Pero también contra los medios de prensa no kirchneristas. Y contra el establishment.
Y contra todo aquel que no quede debajo del paraguas "nacional, progresista y popular". Está convencida que, “ir por todo”, va a consolidar su clientela política y condicionará la estrategia de la oposición.
Sabe que no tiene margen para el error. Sabe que --sí o sí-- tiene que ganar en primera vuelta. Caso contrario "sale al horno con fritas". En definitiva: CFK va a reponer, en este año electoral, la escena vieja y perversa de la antinomia argentina: “peronismo versus antiperonismo”.
Es su forma de entender el presente y el futuro. Aunque, para cumplir sus objetivos, deba “anclarse” definitivamente, en el pasado.
Y entonces es probable que, como en el tango, "ni el tiro del final le va a salir".
Es su forma de entender el presente y el futuro. Aunque, para cumplir sus objetivos, deba “anclarse” definitivamente, en el pasado.
Y entonces es probable que, como en el tango, "ni el tiro del final le va a salir".
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