miércoles, 7 de agosto de 2013

EDITORIAL

¿Y SI SACAMOS LA "K" DEL ABECEDARIO?

Una entrañable maestra de la primaria nos enseñó que el castellano --o español-- es el idioma del mundo que más palabras tiene. También explicó que estaba compuesto por letras: las vocales (que son 5) y las consonantes que totalizan 25.
Con los años, ya mayorcitos, pudimos enterarnos de dos curiosidades como características de nuestro idioma. La primera se relaciona con la letra “h”. Simplemente porque no tiene sonido como las 29 restantes del abecedario. Y, claro, se nos complicaba la vida cuando la señorita nos sometía a un dictado. Es que, con la “h”, no la embocábamos nunca.

La otra curiosidad del abecedario tenía que ver con la letra “k”. Fue al enterarnos que es la duodécima (por orden de aparición) y que, en nuestro idioma, mayoritariamente forma parte de palabras de origen extranjero.
Proviene de un signo ortográfico egipcio que representaba a la mano. Cuando los fenicios crearon el alfabeto le dieron una forma parecida a la actual, la llamaron "kaf", y así la heredaron los griegos y luego nosotros.
Queda claro que la “q” es compañera de la “u” y que la “c” es la letra castiza, típica y genuina del español. Entonces, ¿por qué tener la “k”? Y habrá que decirlo con todas las letras: la “k” tiene que ver con el idioma inglés, con el alemán… pero no con el nuestro. De hecho la “k” es la que menos palabras integra en nuestro idioma.
Claro que, en nuestro planeta, nada es para toda la vida. Y, por eso, el 25 de mayo del 2003 algo comenzó a cambiar para la pobrecita “k”. Es que ese día asumió EL, su apellido comienza con esa letra y, desde entonces, todo es “k” en nuestro país.

Y bastarán unos pocos ejemplos para tomar dimensión del crecimiento épico de la “k”, al punto de haberse transformado ya en una leyenda que es seguida, con asombro, por quienes integran la Real Academia Española de la Lengua. Veamos algunas frases:
* La “dékada” ganada que supimos conseguir…
* La “demokratización” de la justicia para que sea nacional, progresista y popular…
* El enemigo, sin duda, es el “kampo” y, a la larga, lo vamos a someter…
* Muy pronto tendremos, gracias a Dios, una ansiada “Korte” Suprema de Justicia, adecuada a estos tiempos, y que respete las decisiones del gobierno "nacional, progresista y popular" que supimos conseguir…
* A la “opo mediátika” la haremos desaparecer definitivamente…
* Todos los políticos opositores no son más que “kaka”
Lo cierto es que, si el 27 de octubre próximo, los K no hacen una buena elección como parece (recordar, sino, las legislativas del 2009) el sueño de una “Kristina eterna” cotizará --en la bolsa de valores de la política-- menos que un chupete usado. De ser así… que la “k” se vaya preparando… porque, en nuestro idioma, volverá a ser una letra de poca monta y no estaría mal ir pensando en eliminarla.

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