miércoles, 14 de mayo de 2014

EDITORIAL

LOS BICHOS RAROS DE LA JUSTICIA FEDERAL

La justicia federal, como ningún otro fuero y a lo largo de la historia, ha demostrado su fina sensibilidad para adaptarse a los vaivenes políticos. Como si tuvieran una suerte de GPS.
Y mucho más durante esta “dékada ganada” en la que el kirchnerismo ejerció el poder llevándose todo por delante.
Por eso no es ninguna novedad decir que jueces, cámaras y tribunales federales se hayan esmerado tanto en redactar sentencias a la medida del gusto del oficialismo. Y no sólo en una causa... si no en casi todas. 

Norberto Oyarbide
Esa, y no otra, es la razón por la que --los juicios a funcionarios-- duran años hasta que prescriben y todos quedan contentos porque acá no ha pasado nada. 
Eso sí: no robes una gallina porque te comés un garrón de aquéllos...
Y aunque este singular comportamiento --manifiesto y hasta desembozado-- le preocupe a la sociedad… al menos a la pensante… lo cierto es que ya no asombra y, en ese sentido, el kirchnerismo no ha inventado absolutamente nada. Porque lo mismo, aunque menos descaradamente, también ocurrió durante el menemato.
Y a las pruebas me remito: “Nunca un juez federal penal llegó hasta el hueso de una causa mientras los funcionarios ejercieron el poder”.

Sebastián Casanello
Esta frase --lapidaria-- pertenece nada menos que al titular de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, Ricardo Recondo, durante una entrevista.
Por eso, salvo los ingenuos o quienes viven dentro de un tapper, a nadie se le escapa que los gobiernos intentan controlar y presionar a la justicia. 
Sobre todo a la federal --obvio-- porque es la que se ocupa de espinosos temas como denuncias contra funcionarios públicos por enriquecimiento ilícito, por cobros de coimas, por armado de licitaciones truchas y ni hablar de la malversación de fondos públicos. Y basta repasar los últimos años para concluir que esto es así. Ahí tenemos el caso del juez Norberto Oyarbide que, en menos de una semana, archivó la causa contra el matrimonio Kirchner por enriquecimiento ilícito.

Rodolfo Canicoba Corral
Por estos días el juez Sebastián Casanello (a quien en el ambiente se lo conoce como “la tortuga”) tiene en el freezer las causas contra el empresario K, Lázaro Báez.
Otro espécimen de la raza es el juez  Roberto Gallardo --profesor en la “trucha” universidad de las Madres-- protegiendo a los hermanos Schoklender.
Ni hablar del juez Rodolfo Canicoba Corral, el de la causa AMIA, que avaló el entendimiento con Irán.
Para el “equipo” también juega el juez Ariel Lijo, a cargo de investigar al titular de la AFIP, Ricardo Echegaray.

Ariel Lijo
Y habrá que decir que, sin dudas, los jueces federales son ciudadanos privilegiados. 
Porque tienen la estabilidad  asegurada; porque pueden perpetuarse en sus puestos hasta que las velas ardan; y porque sus altas remuneraciones (que no tributan para el impuesto a las ganancias) les permiten disfrutar de un alto nivel de vida y los acerca a los apetecibles círculos del poder.
¿Será por estas razones que no deberíamos mirar a los jueces federales como a bichos raros y, por lo contrario,  tendríamos que ser comprensivos con sus derroteros?...

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