miércoles, 30 de julio de 2014

CRÓNICAS EN CLAVE DE NAFTALINA


El féretro
Tan sólo 4 años llevaba el gobierno democrático del Dr. Raúl Alfonsín cuando comenzó a sufrir el “esmerilamiento” peronista que no había terminado de asimilar la derrota en las urnas del candidato Ítalo Argentino Lúder de 1983.
Ni hablar de Saúl Ubaldini --secretario de la CGT por entonces-- que lo sometió nada menos que a 13 salvajes paros nacionales.
Y si la muerte del general Juan Domingo Perón consternó al país… mucho más la noticia dando cuenta que, su tumba, no sólo había sido profanada sino que le habían cortado las manos. Lo que sigue es la historia oculta, y jamás revelada, en relación a este episodio…

EL ROBO DE LAS MANOS DE PERÓN

Su última aparición en vida
El 29 de junio de 1987 el caudillo peronista, Vicente Leónidas Saadi, recibió una carta --firmada por "Hermes Lai y los 13"-- en la que se exigía un rescate de 8 millones de dólares por las manos, el anillo y el sable de Juan Domingo Perón.
Saúl Ubaldini, secretario general de la CGT, recibió casi simultáneamente una carta similar. Los mensajes incluían, como prueba de autenticidad, un pedazo del poema de Isabelita Perón que había sido colocado sobre el féretro.
La tumba, en efecto, no sólo fue profanada si no que, “alguien”, había cortado con una sierra eléctrica las manos del cadáver embalsamado. 
Y, aunque los profanadores rompieron la urna para despistar, se sabe que tenían en su poder las 12 llaves que la abrían.
Nunca más se supo de las manos, o de los ladrones, al tiempo que comenzaron a ocurrir una serie de sucesos extraños.

Hermes Lai y los 13
Por caso el juez que investigaba el delito --Jaime Far Suau-- murió en noviembre de 1989 tras un accidente de tránsito: su coche volcó (en cercanías de Coronel Dorrego) en una larga recta, de manera técnicamente inexplicable. 
Por la misma época el comisario Carlos Zunino, que trabajaba con el juez Far Suau, recibió un balazo en la cabeza, aunque salvó milagrosamente la vida. 
Paulino Lavagna, vigilante nocturno del cementerio de la Chacarita (donde se encontraba la tumba), denunció que intentaron matarlo y poco después apareció asesinado a golpes. Y María del Carmen Melo, una mujer que dijo haber visto a un sospechoso cerca de la tumba, también fue asesinada. Se sabe que, el juez Far Suau, trabajaba sobre tres hipótesis antes de su muerte:

Licio Gelli
a) La pista Suiza: señalando que las manos --o el anillo de Perón-- ocultaban la clave de acceso a cuentas cifradas en el país helvético. 
b) La pista castrense: que el acto fue cometido por un grupo de militares, con el objetivo de desprestigiar al gobierno democrático del Dr. Alfonsín, y frenar las investigaciones sobre los crímenes de la dictadura.
c) La venganza: avanzando acerca de la tesis que se trató de un castigo ritual, ejercido por miembros de la logia italiana P2, como represalia ante el incumplimiento, por parte de Perón, de acuerdos económicos establecidos con su viejo amigo Licio Gelli.
Desde el robo, y hasta hoy, fueron sembradas decenas de pistas falsas, hubo pactos de silencio y asesinatos de personas involucradas en la causa judicial que impidieron que la profanación de la tumba del general Perón fuera resuelta. 

Juez Alberto Baños
No obstante desde que, en septiembre de 1994, el juez de Instrucción Alberto Baños volviera a decretar el secreto del sumario en la causa 54.248 --reanudando la investigación para tratar de encontrar a los responsables del hecho-- el magistrado reunió suficientes testimonios y pruebas como para determinar que en el robo de las manos de Perón hubo --tal vez-- razones  políticas y que fue perpetrado por agentes de inteligencia pertenecientes a una fuerza militar. 
Pero es tan sólo una teoría. De las tantas que se tejieron.
Curiosamente, ninguno de los funcionarios que estuvieron al frente del ministerio del Interior --durante la década en la que Carlos Menem fue presidente de la Nación-- se acercaron al juez para ofrecer su colaboración. 
La misma actitud tuvieron todos los ministros de Justicia menemistas. Y, de igual manera, procedieron los kirchner en el poder.  

Néstor y Cristina
Por caso Baños le pidió a Néstor Kirchner --cuando éste ejercía la presidencia-- que le ordenara a la SIDE levantar el secreto de todas las investigaciones que realizó el organismo sobre el robo de las manos del general. 
El ex presidente nunca contestó. Cuando asumió Cristina también se lo pidió a ella. Pero, hasta hoy: “silencio de radio”.
El féretro de Perón estaba depositado en el subsuelo de una bóveda --protegido por un vidrio blindado de 7 centímetros de espesor-- que tenía un marco de acero rectangular y cuatro cerraduras que se abrían con tres llaves cada una. Además, la tapa de madera del féretro estaba cubierta con una plancha de metal.
Lo cierto es que, al reabrir la investigación, el juez Baños puso la lupa en la firma de aquella misiva que había recibido el catamarqueño Saadi. 

La rebelión Carapintada
Así encontró que --"Hermes"-- es el dios de los muertos en la mitología egipcia; que "Lai" significa la rebelión en el tránsito entre la vida y la muerte; y que "13" son las partes en las que se divide el cuerpo, según creencias ancestrales.
Y, por si hiciera falta más misterio, el 15 de julio del 2008 desconocidos ingresaron a la casa del juez robando --solamente-- la documentación relacionada con el caso. Al denunciar el hecho ante la policía el magistrado señaló que había sido “una operación de inteligencia”.
Una semana antes del robo, es decir el 8 de julio del 2008, el juez había recibido una carta anónima. La misma le aconsejaba investigar la conexión que, en el robo de las manos del general, podían tener algunos de los oficiales que encabezaron la revuelta militar en la Semana Santa de 1987. 
Para ellos la “casa no estaba en orden” y se lo quisieron hacer conocer al Dr. Alfonsín generando un suceso que --a priori-- sabían que conmocionaría a la sociedad, atentaría contra la paz social y enardecería a la masa peronista. La profanación de la tumba y el robo de las manos del general Perón reunía todas esas condiciones.
Avanzando en la hipótesis “carapintada” el juez ya había reunido algunas pruebas cuando, “casualmente”, su domicilio particular fue asaltado desapareciendo “convenientemente” la documentación que había reunido en los 9 años que llevaba en la investigación del caso.  
Pasaron ya 27 años de la profanación y robo de las manos del general. Y el caso --como tantos otros relacionados con hechos políticos de nuestro país-- sigue durmiendo “el sueño de los justos”

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