miércoles, 17 de septiembre de 2014

EDITORIAL

SÁLVESE QUIEN PUEDA…

Un viejo dicho lastima por su contundencia: “Si los políticos son mediocres… es porque los electores también lo son”
La reflexión parece que sigue teniendo vigencia y, lo peor, es que nos alcanza a todos los argentinos.
De alguna manera describe la descomposición de los partidos políticos --a partir del 2001-- y, tal vez, explique los resultados de las elecciones que se han sucedido desde entonces.
Tenemos una crisis de representación que no se puede ocultar “ni barrer debajo de la alfombra”

2001 Cuando se cayó la estantería
El actual gobierno ha pasado, de ser mayoría, a ser minoría aunque conserve el manejo del Congreso. 
Y es evidente que, la fragmentación opositora, hace posible que el oficialismo suponga que aún tiene chances de mantenerse o --en el peor de los casos-- influenciar a partir de diciembre del 2015.
Nadie hoy puede dudar que --a pesar de todos sus desaguisados, la corrupción, la inflación y la inseguridad-- el kirchnerismo conserve entre un 25 o 30 % del electorado.
En relación a estos guarismos no estaría mal recordar que, dos meses antes de renunciar, Fernando de la Rúa aparecía en las encuestas con el 25 % de imagen positiva. Y así terminó.

La "escribanía" del Congreso
Por estos tiempos es común escuchar, en las mesas de café, al ciudadano común preguntándose dónde está la oposición y por qué Cristina y Kicilloff pueden seguir haciendo lo que les ocurra sin pagar por “los platos rotos”.
Y la razón es obvia: la oposición está en el lugar que está… por el voto de la gente. Así de clarito. 
Basta con repasar lo que está ocurriendo en UNEN, una experiencia que había logrado despertar cierto optimismo pero que --cada día más-- se parece a aquella “Alianza” de 1999. Y este sayo, a pesar que no lo acepte, también le cabe al peronismo no kirchnerista. 
Tal vez porque, para descifrar al peronismo, hacen falta muchos adjetivos. Aunque un solo sustantivo: el poder.

No les alcanza con la sartén
Y mientras algunos analistas aguardan la “reacción de los peronchos” frente a los “berrinches” de Cristina, la presidenta hace y deshace sabiendo que, el temor a la represalia, todavía le garantiza sumisión.
Por eso no es de extrañar lo que percibe el ciudadano de a pie  por estos tiempos. Ni más ni menos que la mediocridad que impera en nuestra clase política. De ahí que no interese el resultado de las falsas batallas épicas que ha “vendido” el kirchnerismo aunque las haya ido perdiendo una por una. 
Porque si la cosa no cambia --y por ahora--  los K tienen “la sartén por el mango… y el mango también”.

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