miércoles, 22 de julio de 2015

EDITORIAL

MÁXIMO: EL HEREDERO K

A comienzos del 2013 el entorno más íntimo del kirchnerismo comenzó a planificar el “desembarco” del hijo de la presidenta en el Congreso de la Nación como diputado por la provincia de Santa Cruz.
La orden de CFK fue clara y contundente: “Olvídense que es mi hijo”, le señaló a esta suerte de “comité evaluador”.
Así tuvieron no pocas y extensas reuniones con Máximo, pero también con referentes de “La Cámpora”, con parientes de la familia presidencial y con algunos de sus compañeros tanto de la escuela primaria como de la secundaria.

Máximo: el súper pibe K
Al cabo de un par de meses elaboraron una suerte de “memorandum” que le entregaron a “la doctora”.
Del informe se desprende: a) que detesta la política; b) que es obsesivo; c) que es retraído; d) que no lo atraen las multitudes; e) que su vocabulario es bastante limitado; f) que le gusta el fernet más que el vino; g) que lee todo aquello que hayan escrito Juan Domingo Perón, John William Cooke, Arturo Jauretche y Armando Discépolo.
También les llamó la atención los pocos amigos que le quedan --en su ciudad de origen-- y hasta que detesta a la Capital Federal.

Néstor: un duelo no elaborado
En otro orden descubrieron que, a Máximo, lo atrae mucho más la clandestinidad que la superficie.
Así las cosas Cristina entendió que, las legislativas del 2013, no serían propicias para entronizar a su hijo como el heredero de la dinastía política K y ordenó que comenzaran a “prepararlo” para el 2015.
Lo primero que hicieron fue ponerle una coaching en oratoria y arte escénico. Rol que cumplió la actriz Andrea del Boca.

Andrea del Boca: su coaching
La tarea no fue para nada sencilla porque al “Gordo” (como lo llaman sus íntimos) no es fácil de arrear sobre todo porque es consciente de sus limitaciones para el rol que su madre desea que asuma.
Se sabe que tras la muerte de su padre (duelo que todavía está elaborando), Máximo se transformó en el custodio político y afectivo de Cristina y que dejó atrás su rol de “ser hijo de”.
En su preparación, además de Andrea, también participaron encuestadores afines al gobierno como Roberto Bacman, Doris Capurro, Ricardo Rouvier y Artemio López. 
De a poco “el súper pibe K” comenzó a familiarizarse con números sobre energía, exportaciones y los guarismos de popularidad y aceptación de su madre.

Artemio López: uno de sus guías
En todo este tiempo, desde el 2013, la mesa chica apuntó a que --en el Congreso-- se muestre no sólo como líder de los jóvenes K si no como el futuro presidente del país tal vez en el 2019 o, en el peor de los casos, para el 2023.
Por estos tiempos, y ya con su rol de futuro diputado nacional asumido, Máximo tiene buen diálogo con Héctor “El Chango” Icazuriaga (ex de la SIDE y actual embajador en Venezuela) y con el Secretario de Comunicación Alfredo Scoccimarro. También con el vice gobernador bonaerense Gabriel Mariotto. 
Y Máximo, por estos tiempos, ya sabe que está llamado a ser el “súper pibe K” a partir del próximo 10 de diciembre. El tiempo dirá.

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